El tibio siega vidas con la tranquilidad que le da la indolencia de yo no he hecho nada.
No hacer es un posicionamiento.
Es un modo de actuar, que provoca un efecto.
Y el efecto de no hacer nada, de abandonar el escenario del crimen, de cerrar los ojos, es un crimen.
La asesina tibieza.
Dejar morir en lugar de actuar, movilizándose para posibilitar la vida.
No me sorprende nada que a los tibios de sus entrañas los vomite Dios.
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