No dejo de sufrir.
Me lastiman los ojos azules de tristeza de un gato.
La herida en el lomo de un fiel perro.
El temor en la mirada del que sin saberlo con certeza va a ser abandonado.
Caminamos ligeros, ligeros de cargas, ligeros de amor.
Y mañana con ligereza, como hoy hemos hecho con el gato, con el perro, con nuestros queridisimos seres queridos que han dado todo por nosotros, también nos abandonaran, en los pudrideros del olvido, del desafecto, de la ausencia de caricia, del hambre de amor.
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