Es la decepción el firme de mis pasos.
Es la espuela que aguijonea mi trote.
Es el cemento de mi edificación.
Amasado con lagrimas.
Y puñetazos de ira en la mesa.
En la mesa de los almuerzos de mi soledad.
Hincho mi pecho con el aire frío.
Con la contenida violencia.
Con la soberbia que da levantarse tras tropezar.
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