Que brillo tan hueco aporta el botín del saqueo.
Nada por nuestras manos fue sudado.
Los anillos de nuestras manos, son robados.
Pero ni arrancándole la vida al legitimo.
Hemos conseguido el brillo que de dentro de él salia.
Desalojada de él la gloria mundana, él aun con su brillo nos eclipsaba.
Ni con mil festines, ni con mil botines, conseguirás la fortuna.
Porque el afortunado no roba.
Y porque los brillos no son fortuna.
No es la lampara la que da luz a mi casa.
Es mi casa la que ilumina la lampara.
Todo lo que el envidiado posea te causara envidia.
Llegarás a envidiar hasta su pobreza.
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