Les quemaban los cuartos en los bolsillos, como potros bajaban de los barcos y trotaban por el espigón para llegar a las lonjas, allí les pagaban los jornales, los días, los meses de encierro en las naves y desbocados con la plata, enfilaban el eje principal del arrabal de San Bernabé, se santiguaban al pasar delante de la Iglesia y los más fervorosos o píos entraban y encendían una lamparilla, mientras rezaban un padrenuestro o un avemaría urgente, y corriendo a Puerta de Palma, al burdel de la Fosca, al de Micaela, al de Oriente, que más daba si apremiaban las ganas de beber, de jugar, de joder.
¡Marineros! se gritaban las niñas, de burdel a burden, de acera a acera.........
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