Si de algo somos dueños, es de la resistencia que ponemos al oleaje. Somos lo que nos resistimos. Claro que no todo es resistirse, también hay que nadar hacia una corriente propicia y dejarse arrastrar.
Teodora, tuvo poco margen de resistencia cuando la llevaron a los burdeles de Puerta de Palma, cuando la forzaron las primeras veces, cuando se llevó los primeros sopapos por negarse, aunque para los viciosos que pagaban caro, muy caro desvirgar a las nuevas, esa resistencia daba valor a la mercancía, corroboraba que la niña era penetrada por primera vez, humillada por primera vez, primera y última vez, pues todo lo que venía detrás, era no resistirse y buscar la corriente propicia para sobrevivir y medrar. Y eso hizo La Sisi, buscar protector, buscar y complacer, hacerse necesaria, imprescindible, y resistirse a ser una más.
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