como único refugio,
que atenúa mis pesares.
Sólo tú,
borras los sargazos,
de mi mar de dudas.
Vuelvo a ti,
y en el meandrinoso camino
que es volver,
me visto de harapos,
me desvisto de tu gloria.
Vuelvo a ti, .
y tu me recibes sin reproches,
me lavas
y restañas mis heridas,
esas llagas de penar
por los caminos del mundo,
persiguiendo el esquivo éxito.
Esa llagas por las que,
cuando me desvisto,
en la soledad de mi estancia,
me desangro.
Vuelvo a ti,
a tu abrazo clemente,
a tus besos en mi frente,
a tu mano firme,
a tu calor de lumbre.
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