El encanto de los vulgares estigmas.
Tendríais perdón si fuerais alcohólicas como vuestro progenitor.
No se puede ser tan vulgar y soez estando sobrio.
El lento paso de las horas en las que aturdís.
Las horas pesan cuando en ellas vociferáis.
Las pesas que hacen que se marquen las horas.
La cuerda que al final termina por estrangular.
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