Construiré para ti una gran pirámide de caracolas.
Susurrará el aire en los helicoidales salones, repitiendo el arrullo de tu amado mar.
Coronas de gráciles algas flotaran en tu cielo, cúpula celeste de la cámara mortuoria de mi amor.
Esperare mi tren en los fríos amaneceres, en los que el rítmico y tenaz oleaje, llene de ligera espuma el paseo de arena.
Estelas de ofiuras, de hipocampos, de anémonas mecerán la agonía de las horas de espera.
Y ya rendido en el plañidero sable, mil cangrejos rojos, con sus pinzas rojas me llevaran ante ti.
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