Lo poco enigmática que es la cotidianidad.
Pero que cimentadora y reconfortante.
Libre de tapujos, de hipocresías, clara, meridiana y llena del calor de la naturalidad.
Es insufrible el fingimiento constante.
Y en la sala de estar uno es uno mismo y eso no es enigmático, pero es muy reconfortante.
Uno rinde en el ser, no en el parecer.
Haz de tu vida un permanente estar en tu sala de estar.
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