En la noche se abren paso los ángeles.
En el infortunio se abre paso la vida.
En el desfiladero de las sombras penetra el alito del recién nacido.
Lecho de cuarzo para el alumbrado.
Para la brizna que cambiará el color del mañana.
Velas al viento de luna menguante.
Al viento helado de cumbre.
Que encañonado hinchara la lona.
Que con furia domada nos abrirá las puertas de Roma.
Ángeles de paciencia, ángeles de clemencia.
Ángeles que guardaran con celo el calor del hielo.
El AMOR de los saqueadores de ROMA.
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