Las ratas saben abandonar los barcos.
Pero no los saben reflotar.
Nada se puede borrar.
Siempre alguien ha leído lo escrito.
Siempre alguien puede dar fe de lo borrado.
Y repetir punto por punto, coma por coma.
Repetir como en la necedad te sumaste a la espiral de la calumnia.
Como tu diestra de pintar vírgenes, cogió una piedra y apedreo como si fueras una sin macula.
Una necia que se creyó alta y pura.
Pureza que es obvio, que en tu falsedad no posees.
Ni altura, porque es obvio que no eres alta.
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