Hoy no hay epicentros.
Se pueden desencadenar maremotos desde cualquier punto.
Oleaje virtual para arrasar con el embotamiento de los pasivos.
Con el abotargamiento de un gemir contenido.
Gimiqueo que no estalla porque no tiene claro quien lo va a secundar.
Clamor desde los ermitaños confines, donde se confina el visionario.
La luz cegadora que al ramplón impide medrar.
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