El temor tiene la fatalidad de precipitar los acontecimientos.
Tiene la mala virtud de descarrilar los segundos.
De descarrilar horas.
De estropear los sosegados finales.
Lo que llega con el temor.
Llega envuelto en la fría niebla de la quemazón de los celos.
El amor verdadero nada teme porque del amado no recela.
Porque aunque a veces llega la traición,
Nunca el verdadero amor la espera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario