sábado, 29 de febrero de 2020

Amanecer


Los amaneceres casi siempre son fríos, son una bofetada, son simplemente poner los pies en la prosaica realidad.
Amar, no siempre se escribe con mayúsculas, abrazamos demasiados desaciertos buscando amar.
No sabía ser fiel, y esa promiscua constumbre daba al traste con todo lo que comenzaba a andar y le impedía atracar en el puerto del verdadero amor. Por eso su vida era un chapoteo y un encallar constante en los escollos frente a protector puerto del AMOR.
Aquella mañana de domingo, no fue diferente, fue como todas las demás, fría, distante, plena de extrañamiento. A su lado dormía un extraño, un cuerpo joven, sin nombre, porque no recordaba su nombre, sólo sabía que lo había traído allí el oleaje del día anterior.
En la cocina mientras daba sorbos aun frío y amargo café, no podía dejar de pensar en deshacerse de aquel naufragio, de los restos de una pasión que no quería, ni sentir ya, ni rememorar, ni ver. Quería estar solo en su playa desierta, y no sabia como hacer para que desapareciera de su cama el cuerpo que había usado ayer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario