viernes, 28 de febrero de 2020

Una estrella menos


Las yemas de los dedos escriben de modo indeleble. De este modo domina la furia el infinito de segundos. Y abrir los ojos es con demasiada frecuencia elegir morir. Un mal paso, hace que todos los siguentes pasos sean erróneos.
Nos condenamos a los abandonados jardines, a los encuentros urgentes, en los laberintos que traza el efímero placer.
Lejos de las miradas esquivamos insultos, pero ser cobardes no es vivir. Sólo mi mano sabe del dolor que ha enjugado, lágrimas que el viento evapora, calles traseras, nombres falsos, placer que no es amor.
El firmamento no es nuestro rival, nuestro enemigo es la no aceptación.
Siempre alguien nos ve.

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