Se extienden por mi torrente las palabras infectas.
Lava lluvia salvífica mi roja vida.
Que se amollezca la cascarria de los zafios gritos.
Costra férrea de arañazos infectos.
Consiente Dios mio que prevalezcan mis rezos.
Colmalas de caprichos baratos y cierra sus bocas de risqueras furcias.
Mantenme erguido en la explanada de las murmuraciones, que flaquean mis fuerzas y no hay más fácil blanco que el que tiene la cabeza baja.
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