Los débiles pagan muy caros los tropiezos, sus mecanismos de defensa son menores y su permeabilidad al insulto y la despiadada critica es muy grande.
Reconocerse débil es un paso, pero es complicado buscar amparo. El amparo del fuerte, de un líder de grupo, y así diluidos, como en un banco de caballas no ser la presa, porque la presa estaba justo a nuestro lado. Amparados en los bocados al grupo, en las agresiones al grupo, que en grupo se pueden responder.
Un débil no debe estar solo, pero solo es como únicamente, el débil crece.
El riesgo de crecer es morir joven, como los guerreros que enfrentan cuerpo a cuerpo a su enemigo, como los mártires que desnudos o solo vestidos por su fe enfrentan fieras.
Los débiles se hacen fuertes sorteando a la muerte y si Dios y las contiendas quieren morirán en la cama de algún achaque de la vejez.
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