Era la hiedra la que cinchaba la pared.
La alta tapia del huerto.
La repentina verticalidad que debían sortear los pájaros.
Los pájaros ladrones de higos y lujuriosas manzanas rojas.
El verde abrazo murió y reventó el cíngulo protector.
Reventó en el dolor que es afrontar la defensa de la debilidad, uno solo.
Ningún abrazo es terno, ningún abrazado se deja abrazar siempre.
Era la hiedra la protección de la protectora alta pared de huerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario