Es el alcohol refugio del cobarde.
Guarida en la que espera a que escampe.
Pero en la vida sin esfuerzo nunca escampa.
Puertas laterales, salidas de urgencia que dan a los sórdidos callejones.
Puertas traseras para huir de los amores perros.
Para huir del corazón malvado que late veloz en nuestro amargado pecho.
Hiede el aliento del adormecido dolor.
Del dolor de vivir destrozándose el hígado.
Maltratador que se maltrata mientras amarga un entorno que cada vez más y más se agria.
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