Me levanto raudo, a escribir el presagio de las Parcas.
Los cabos de Láquesis.
Los tijeretazos de Átropos.
Dos y cuarto en la madrugada de luna muerta.
Hígado con alfileres comerá la zorra.
El hígado punzado por alfileres te robará la vida.
Al lado de la torre donde se desmorona el nido.
Donde ya no suenan las horas.
Sueños de algarabía donde lo más importante se pierde en arena.
Se pierde en estiércol de cenizas de lodo.
Donde la peste de la rata corre la calle y cierra segundos con trapos de luto.
Al lado de la torre, donde corta el labio la rasca.
Donde cantará la graja con notas fúnebres la traición tartaja.
Me levanto raudo con la visión lúgubre de la alcoba sobria.
En la pared blanca sin cruz, agoniza el sin alma.
Te besará Judas con las manos frías.
Se va el ánimo en los devaneos de la trastienda.
En los días que saben agrios, en la bilis negra.
Que mala la sombra de la torre larga.
De los alfileres cortos, del acerico que sangra.
Te robará el sol, la luna tuerta, la muerte del otro en el que tu salvación esperas.
Es la sibila loca la que esputa babas, la que te trae las penas putas y las manchas pardas.
Ya se fue el burro que acarreaba la vinagre, ya lo llevo Dios de está vida miserable.
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