sábado, 29 de abril de 2017
Aberrantemente minoritario
El desorden comienza, cuando el que practica la anarquía concita muchas filias.
Cuando las cosas salen muy mal, es porque alguien las empuja por ese derrotero, tras toda acción continuada en el tiempo hay siempre un plan, incluso un consentir ese plan.
Los cataclismos ocurren porque sí, pero las orquestadas campañas no ocurren nunca por azar.
Vivimos tiempos de confabulaciones, de muy alambicadas tretas, de contubernios de perdedores que no se resignan a ese estatus y pretenden trastocar el consensuado orden para imponer un totalitarismo aberrantemente minoritario.
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