En esta batalla lamento no tener.
Vuestra capacidad para reptar.
Vuestra sangre fría.
Vuestras infectas babas de varano.
sin alma.
Sin brillo.
sin estela.
Ratas enfermas de envidia.
Dolor ajeno.
Cáncer de otros.
Y como alimañas a salvo de vuestra ponzoñosa nocividad.
Torcedores de caminos de hombres rectos.
Pirañas del valle de la oscuridad.
Sabed que la última hiena en reír es la que ríe mejor.
Alborotadoras de pájaros.
Tortuosas estúpidas.
En el sin oficio vivís.
Y en el beneficio de otros medráis.
Si no fuera por vuestra nocividad, de ramplonas que sois, pena dais.
Vació de huésped que no ha encontrado hospedador, para vivir de el.
Mortificadoras de salvíficos canes.
Asesinas de gatos.
Farfulleras de soflamas de titiritero balcón.
Nada os luce, y toda luz en vosotras se opaca.
Sois la sima más profunda de la desinstrucción.
Lo escrito, escrito esta aunque luego se tenga que verificar.
¿Quien sera el verificador que verifique tanta zafiedad.?
Alma mía recobra tu calma aunque el humano animal no sea bueno contigo.
Designios de injusto mundo.
Se trocará la batalla.
Las barriobajeras arremeten corniveletas certeras cornadas.
Mil nucientes bichos esperan.
Verte tambalear para saltar sobre ti.
Hachazos de parásitos.
Al mas bello y más alto tronco.
Que hoy esta caído.
Te harán astillas en un abrir y cerrar de ojos.
Desaparecida la perfección la mediocridad brilla.
Arrastrando las pequeñas llamas.
Delicado oficio de tinieblas.
Siempre sera luego..
Siempre sera mañana.
En el momentáneo caos, solo sobrevivirá un aliento.
Desalentadora misión de borrar recuerdos.
Yo ya he vencido al mundo.
Y camino gravemente perturbado.
Es la más cruel de las calamidades, perseguir la luz.
Paso frío en la soledad de la cúspide.
Son pocos los amigos que en ella te acompañan.
Cresta gélida y expuesta.
Nieve perpetua en las alturas.
Envidia perpetua en las alturas.
Envidia de frutos.
Nunca de esfuerzos.
Hay furcias tan ajadas que no se las comen ni los perros.
Titiriteras sin peana, Recinchadas en fajas domadoras de tocinos.
A donde vais.
De donde venís.
Por el tufo se os cala.
Por el papo morís.
Y el demonio se hizo carne y decidió vivir con vosotras.
Ausente es la claridad si ante el emisor de luz os interponéis.
Se vivifica el elevado plano.Y empapa beatísima la pasión.El germen de la adoración.Guardo mi necesidad de ti.Tras el consuelo de mi fuerza.Perdido en el finito tiempo amaso ganas.
Apegado a las baratijas.
Sustitutos de pacotilla.
No llegas.
No te alcanzo.
Como árbol caído, ni me levanto, ni me muevo de la caída.
Mi amor para ti no vale nada.
Pero no lo destruirá ni el orín, ni la polilla.
Con esmero leal y coherente caído espero.
Si te dejara fuera de mis cuentas, no sabría contar.
En los meandros de las rizadas betas de nogal, es tan fácil perderse.
Es tan fácil quedar varado en los angustiosos recodos.
La catequesis de la orografía.
Dios detrás de tan laico torrente.
Adhesión fiel al caudal cálido del árbol de la vida.
Me duele el corazón, la cabeza, las manos, el alma y todo, todo mi ser.No soporto más la vorágine de mentiras.El vórtice de odios.El fangoso pantano de calumnias. La tropa de viles alimañas que sitian y emponzoñan mi casa.
Persigo la verdad que esta por encima de lo corpóreo.
Lejos del parloteo de los nucientes y mansos débiles.
Lejos de las herejías de los corazones que esquivaron el sufrir en el dulce y fácil placer de lo visible.
Yo persigo lo invisible, en la humildad, sin envanecerme y desnudandome del orgullo presuntuoso, teniendo como fundamento de mis días la piedad.
Es la pena el precio que pagamos por amar.
Sera la ausencia de nimbo la que te delate.
Temeraria osadía la del ramplón.
Nada temo amparado por la luz.
Esa que a vosotras tanto pavor os provoca.
La verdad es una pieza de frágil cristal, transparente y delicada.
Deseáis romperla y mancharla. porque en la luz os recuerda que perennemente mentís.
Vivís en la cochambre y hacéis ruido en la casa de otros.
Necia ralea de seres vampíricos y zafios.
Nada temo y el temor ya no me desordena.
Utilizaré contra vosotras el fármaco más potente, la luz y la verdad.
Todo ya esta escrito, salvo el desenlace.
Lo duro que es perdonar.
Pediré y retribuiré al cetrero cuyo halcón os arranque los ojos.
Leones rampantes, tenantes de huidas glorias.
Agotadora lluvia.
Todos los días llueve.
Tras los cristales me aletargo.
En las palabras que acarician y restañan escarificaciones de veloz vida.
Entre las columnas pareadas, como las desgracias que nunca deciden venir solas, te esperaré.
Desatino de honor, pagado con duelo.
Panoplia de trofeos, afrentas de varón.
Vacilaciones de pedigüeño amor.
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