martes, 30 de octubre de 2018

Difícil vivir sin joder


Difícil vivir sin joder, vivir sin importunar, es imposible pasar de puntillas por el lodazal que es vivir.
Demasiados ladrones de talento ajeno, rémoras que hacen largos viajes, que viajan hacia el éxito, sin pedalear nada, ascensos sin fatiga. Vivir es disputar, deshacerse de interesados, centrarse en los propios intereses, centrarse y no distraerse con las puertas entreabiertas, del que no sabe llegar a la cumbre y se instala en nuestra estela, esperando llegar a la cima y vernos caer.

domingo, 28 de octubre de 2018

Lo borrado


Personajes de pasados inexistentes.
Estelas retalladas por las ínfulas del insignificante.
Desmembrar para impedir que nadie rece por ellos.
Sesiones de ouija para hablar con los asesinados.
En los laberintos es imposible recobrar la memoria.
Lo borrado se diluye en la mente del que aun vive y recuerda.

lunes, 22 de octubre de 2018

Vestidos de oro matan su ira


Tan próximos y tan lejanos.
Tan distantes y bravos.
Furia enredada en hilo,
perdida sin un hilo,
vencida por desandar.
Sutil fiereza, finira que desgrana
y en las tardes de sol, roja ondea.
Arena de fuego donde el hierro rinde al asta.
Tirantes y distantes, pero amándose, danzan.
Danzan y se rinden.
Tan próximos y tan enemigos.
Que se necesitan, que se quieren,
con caricias de muerte.
Buscando y despistando al peligro.
Minotauros perdidos, que vestidos de oro matan su ira.

domingo, 21 de octubre de 2018

Corte de gallinas


No hay mejores cortesanas que las gallinas, no hay mejor corte que rodearse de cacareadoras.
Van y vienen los chismes rebozados de gallinazos, enlodados de añadiduras, cacareados con maledicente tino. Son temibles las fulanas ponedoras, las que en los nidales hacen calceta, las que anidan alto, las que altas por el desafuero, urden las más rastreras tretas. Se disputan los favores, se pelean por el grano, escarban y desparraman los montones. Montoneras alborotadores, ruidosas y entretenidas, pelonas y peleonas, de crestas coloradas o azules, de crestas regias. Amigas de los espolones y de los caballeros con espuelas. Reinas de los palos sucios, del betún y de la brea. Patibularias y enredadoras, debora gusanos y chicharras, y sobre manera ponedoras, que hay que extender la mala ralea, que en plaza pública, los escarnios no son nada, si no los jalea el rastrero gallina.

Mis nuevos lechos


Vivir es solo futuro.
Es pasado sólo es terreno yermo.
Lecho abandonado, pedregal de recuerdos.
Soy hoja que libre se abandona al viento.
Abrazos nuevos y traspiés venideros,
sed bienvenidos a mis nuevos lechos.
Madurez de gravas.
Senectud de limos.
Cauces ya andados por otros,
que yo por primera vez andaré.

sábado, 20 de octubre de 2018

Taveras


La torrencialidad atrae a las babosas, atrae a los limacos, los aviva y despierta. Llovía a cántaros y las transparentes y empañadas cristaleras que daban al patio se llenaban de babosas, que surcaban el húmedo mar de vidrio. La lluvia todo lo lava, pero también despierta la viscosidad de las enormes taveras, que con su aspecto repulsivo activan fobias.
Aquella noche de oscuridad temprana, de nubes de plomo y lluvia inmovilizadora, había despertado los miedos de Valente, los miedos a la blandura, a las charcas, al barro, a esas aguas sin fondo visible, a la turbiedad, a las sanguijuelas que habitan esos lechos oscuros e infectos de las lagunas. Era muy pequeño Valente, cuando rodó por el desfiladero de los abejarucos, y cayó al pantano, y lo engullo el pantano, y lo engullo su barro, y se pegaron a su cuerpo de infante las sanguijuelas. El recuerdo de todo aquello era lento, era tormentoso y lento, era paralizante. Horas casi eternas, agarrado a aquella encina seca, enredado en sus ramas secas, que como garras le asían, le salvaban y le amedrentaban. Sin ausilio espero horas, espero entumecido. Aquella tarde larga, traída al presente, por la tormenta y con las enormes taveras que surcaban el mar de cristal y bruma, mar que crujía golpeado por la furia del viento y la lluvia, mar de sanguijuelas y miedos, mar de recuerdos de dormido infierno, desde la calidez del sofá, sin frío, seco y acurrucado sobre Lala, esperaba que volviera la luz perdida tras el imponente rayo, que volviera la luz artificial que iluminaba la estancia, la luz que con el estrépito del aparato electrico de los relampagos, nublo la sala.

"La Raspalanas" Petra Salado de Celan


Todo era confusión en casa de "La Raspalanas", olor a orines y a verdolagas. Del techo colgaban varas en las que se secaban y ahumaban, hierbas, chocos, cecinas y algun pez que de seguro llego muerto a la orilla. Vivir no era difícil, hacerse entender y respetar no era nada fácil. El aislamiento es una cautela, una sabia y forzada decisión, para poder seguir existiendo, para dejar de sentir el rechazo, para sentir que ya no nos falta el aire. El original, el único, importuna en un mundo de mentes rasas, de estandarizados mondos, de crueles mediocres, que encuentran su fuerza en la generalizada y mayoritaria flaqueza.
Petra, nació el día de San Pedro, nació negra, nació dura, nació inamovible. Petra Salado de Celan, era desde la cuna, una señalada, una mancha, un baldón. su madre, la nivea, la de los ojos de hielo, Úrsula Salado de Celan, la bellísima hija del Condestable, se quedó preñada muy joven, de un joven ebúrneo, recio y altivo, un regio ejemplar importado de África para las plantaciones de caña. La pasión todo lo enreda y Úrsula y su blancura, se enredaron en la viril negrura de Cleavon. Y los cuerpos dispares que endiabladamente se atraían, rodaron y rodaron, uno sobre el otro, rodaron sin confundirse, y en ese abrazo continuo y enorme, en los cobertizos, en las cuadras, en el bosque, ocurrió lo lógico, que de tanta pasión desmedida, Úrsula quedó en cinta, y perdió su cintura, y su abultada barriga que ya nada podía disimular, enfureció a su padre y fue rechazada y expulsada del orden y del lujo de su hipócrita casta, de su enjalbegada casa.
Ursula vago por los pantanos sola y sin delatar al ebúrneo, que arrebatado de la misma pasión que la blanquísima, huyó del ingenio para acompañarla en su suerte. Huyeron a los bosques de las charcas, a los bosques de las fiebres, donde casi nadie se adentra, salvo los proscritos y los rufianes. Ursula y Cleavon, huidos y hambrientos criaron entre penalidades a Petra, la criaron rolliza con lo que rapiñaban y recolectaban en aquellos bosques y charcas. Todo era duro y sencillo, pero aun así eran felices en la confusión de sus abrazos y en el vinculo que da compartir tragedias, compartir una misma desgracia.

Olas de sed


El deseo habita bajo la superficie, en el rojo torrente que ruboriza tu piel.
Zozobra la razón en los meandros de sangre, en los rápidos que fluyen por tu magra carne.
Cuerpos cálidos que se cimbrean voluptuosos, siestas de infierno.
A simple vista, a primera vista, de repente, colisionan astros, saltan chispas.
Fantasmas que nos encadenan sin nosotros querer.
Bruma de sal de horas altísimas, de olas de sed.

martes, 16 de octubre de 2018

Veleidad de veleta


Doncellas sin talento, pero con mucho talante.
Vestidas de fondo, y prestas a ser manchadas.
Baldones de gloria, de flexibles bailarinas.
Bífido es el éxito, teatral, nada sublime.
Tiempos volátiles, de volatineros, de títeres.
Si no luchas por ti vida, es que no sabrás nunca a qué sabe la victoria.
Tiempos en los que el tesón es obcecación y la vacuidad es bella veleidad de veleta.

lunes, 15 de octubre de 2018

Rapiñar brillos


Y su larga melena llena de estrellas atraerá a los cuervos.
Es el precio que pagan los seres rutilantes, soportar una corte que busca rapiñar brillos.
Estela de opacos asteroides que existen por los conferidos destellos.
Diamantes de rocío que en el pico de la urraca son pacotilla de escarcha.

domingo, 14 de octubre de 2018

Andar y desandar caminos


Las mañanas son agrias tras las noches de obligada vigilia, noches donde los recuerdos andan y desandan caminos que son ya imposibles, los caminos del pudo ser. Llueve con un viento suave que estrella miles de gotas sobre los cristales, y ese llanto que rueda para perderse frente a mis ojos, hace más corto mi horizonte mientras escribo para no olvidar, como otra noche más me han martirizado los fantasmas de las heridas abiertas, los fantasmas de los sueños frustrados o incompletos.
Llueve con bruma mientras me dan calor mis fieles, esos que no saben de mis desvelos, pero siempre me velan, rozandome, buscado mi mano, buscando la proximidad de la manada que yo tengo con ellos y en la que soy su líder. Calor de perros para las noches frías sin sueño, para contar segundos, para andarlos y desandarlos, en las largas horas que marcan las campanadas del reloj de la torre.
¿Qué querrá de mí el insomnio? ¿En qué querrá que recapacite? ¿Qué querrá que enmiende?
Sabe amargo el café a pesar de las tres cucharadas de azúcar, sabe amargo mi paladar tras tanta zozobra y duda. Llueve y Tirma se hace en ocho sobre mis piernas y con su largo hocico busca mi mano, busca que desatienda contar los espectros que han desfilado por mi noche, busca que olvide, pues ya llegó el día y allí sólo están ellos, la bruma, la lluvia y vivir.

Sin Rey, todo es angosto


La irrelevancia suele ser muy relevante.
Perfiles bajísimos, que hacen sombra a quien natura les dotó de talento.
Instrumentos que en nada ayudan a Dios.
Dejamos de ser católicos, para abrazar el vulgar provincianismo de la fe en lo amoral.
Pedregal sin tierra, sin Rey, todo es angosto.
VERDE es el color de mi esperanza, el color de mi enseña.
La estulticia se apodera de la magia y vende toxicidad.

Tretas de quijada de asno


Que malo es ser cobarde.
Zascandiles de los extremos.
Cretinos que hacen aspavientos de los que luego se arrepienten.
Hordas de Caín, enfermos de envidia ante la pulcritud de Abel.
El orden es con demasiada frecuencia muy vulgar.
Coordenadas por las que transita el necio, el que no genera caminos nuevos.
Es tan fácil pensar lo que otros han pensado.
Plagiar ideas, instalarse en la casa que otros edificaron.
Estatus usurpados, tretas trazadas blandiendo una quijada de asno.

martes, 9 de octubre de 2018

domingo, 7 de octubre de 2018

Despojos en un muladar


Lectores de regiones desconocidas, de lugares ignotos.
Hijos pródigos que he olvidado que una vez habitaron mi casa.
Espías de lontananza, de allende los mares.
Mis palabras son despojos en un muladar.

Chacales


En los bellos jardines habita el olvido.
La cautela nos expone al abismo.
Damnatio magna.
Somos víctimas de la envidia.
De la falta de destrezas del mediocre.
Hacen leña del majestuoso los vulgares.
Festín de la saña, del cobarde, que nunca alzó la voz, mientras el regio vivía.
Sin referencia, la zafiedad escala a la cumbre.
Santos peleles.
Sarasas con miriñaque.
Cólera de sobrevenidos pusilánimes.
En las horas bajas, te ataca traidor.
Fuego de ansia y de negada preeminencia, que el talento les vetó.

sábado, 6 de octubre de 2018

Te impide volar


El viento no se lleva ya mis palabras, mis pesares de plomo.
El agua hiere y orada la roca, es sino de llanto, herir.
La palabra de Dios es abrupta, es clara, precisa y fuerza a pensar.
Carne de nuestra carne, nombrados por nuestro afecto, nombrados por necesidad.
Soluciones sin opción, opciones que no conducen a la solución.
Laberinto de hipócritas, de traidores, de hetairas.
La palabra de Dios no es plomo, pero si no la cumples te impide volar.

jueves, 4 de octubre de 2018

Adiós Victoria


Se desliza la arena con rapidez inusitada, de un modo muy presto, con abrupta fiereza, con laceraciones inmensas. Nos hiere la arena, la inclemente perdida, la arrebatadora ausencia del tierno afecto, que se desvanece en segundos, con la lanzada de dolor coronando los ojos perdidos, acuosos.
Siento tanto y me desmorono, el calor se ha ido y la rigidez congela la última mueca, que ya nunca olvidaremos, que siempre nos perseguirá.
Victoria derrotada, ternura que se pierde en el frío del adiós sin retorno.
Imposible salvarlo todo, imposible no sufrir al amar, necesidad que nos baña de fría ausencia, de liquen, de pereza, de sueños tristes y de manos que acarician el aire que ellos ya nunca respirarán.