Cañonazos en la noche.
En el estanque de las garzas.
Batallas en el jardín del edén.
En la glorieta de las araucarias.
Bolas de fuego que iluminan mientras destrozan los nidos de las calandrias.
Prende mechas la envidia para que crezca solo cizaña.
jueves, 21 de noviembre de 2013
Nueva vida
Un gorrión ha muerto de frío.
A los pies de la centenaria higuera.
Entre hojas amarillentas de otoño.
En la tierra húmeda que dará nueva vida.
A los pies de la centenaria higuera.
Entre hojas amarillentas de otoño.
En la tierra húmeda que dará nueva vida.
Golondrinos en el sobaco
Condes sin corona.
Castillos de naipes.
Corros de las patatas.
Farfullas de condado.
Golondrinos en el sobaco.
¿Qué se creen de España? Ombligo.
Granada de amor
Sangran los latidos de la abierta granada.
Sangran las ofertas no correspondidas.
Sangra la cornada en el desnudo pecho.
Se desangra la vida por la herida en el vulnerable y sincero corazón.
Te entregué mi corazón y pisoteaste con desprecio mi jugosa granada.
Granada de amor.
Granada abierta de entrega.
Sangran las ofertas no correspondidas.
Sangra la cornada en el desnudo pecho.
Se desangra la vida por la herida en el vulnerable y sincero corazón.
Te entregué mi corazón y pisoteaste con desprecio mi jugosa granada.
Granada de amor.
Granada abierta de entrega.
Los barcos
Los barcos que se van y no vuelven.
Que zarpan en la noche cargados de tesoros.
Cargados de asuntos pendientes.
De abrazos pendientes.
De besos pendientes.
De palabras pendientes de amor.
Zarpa en la noche lo que no hicimos, lo que no dijimos, lo que nunca ya podremos escribir.
Barcos de cuentas pendientes.
Barcos que nos quedan en el puerto con el equipaje desasosiego.
Barcos del último viaje, al último puerto.
Bracos de viajes que dan miedo.
Partidas que atenazan en lo inamovible de lo ya estancamente vivido.
Que zarpan en la noche cargados de tesoros.
Cargados de asuntos pendientes.
De abrazos pendientes.
De besos pendientes.
De palabras pendientes de amor.
Zarpa en la noche lo que no hicimos, lo que no dijimos, lo que nunca ya podremos escribir.
Barcos de cuentas pendientes.
Barcos que nos quedan en el puerto con el equipaje desasosiego.
Barcos del último viaje, al último puerto.
Bracos de viajes que dan miedo.
Partidas que atenazan en lo inamovible de lo ya estancamente vivido.
Ya sin brazos
Solos y ya sin brazos que nos abracen.
Nos rendimos al río de los ciclos.
Y soñamos con ser ave lira, corzo o caballo.
O un ligero gorrión que vuela muy, muy alto.
Encharcado
Empapado de tragedia.
Frente a los tejados que la helada blanquea.
Siento frías las manos.
Siento encharcado mi corazón.
Soy un pantano de lagrimas.
Soy el pantano de lagrima en el que reposa el cuerpo de Ana.
Frente a los tejados que la helada blanquea.
Siento frías las manos.
Siento encharcado mi corazón.
Soy un pantano de lagrimas.
Soy el pantano de lagrima en el que reposa el cuerpo de Ana.
Loco de amor.
Es en los forzados segundos planos donde se anula el talento.
Anulados por amor.
Empujados a una locura dictaminada por el amado.
Por los únicos ojos que, en esa enajenación por amor, uno ve.
Anulados por amor.
Empujados a una locura dictaminada por el amado.
Por los únicos ojos que, en esa enajenación por amor, uno ve.
Violáceo
Con sus pasos de amarilla cautela entro en la alcoba.
Eran las últimas horas y tocaba despedida.
Fue el último gesto coger sus manos, besarlas, besar su frente y sentir su fiebre.
Y respirar el aire que ella acababa de respirar.
Fue entonces cuando el amarillo se hizo violáceo, pues al morir ella, algo dentro de él también moría.
Eran las últimas horas y tocaba despedida.
Fue el último gesto coger sus manos, besarlas, besar su frente y sentir su fiebre.
Y respirar el aire que ella acababa de respirar.
Fue entonces cuando el amarillo se hizo violáceo, pues al morir ella, algo dentro de él también moría.
miércoles, 20 de noviembre de 2013
Como cuchillas
Las palabras de desanimo.
Salen gratuitamente de nuestras bocas.
Salen cargadas de envidia.
Salen afiladas como cuchillas.
Lacerando la piel.
Salen gratuitamente de nuestras bocas.
Salen cargadas de envidia.
Salen afiladas como cuchillas.
Lacerando la piel.
No nos vemos
Tan preocupados estamos en que nos conozcan.
Tan preocupados estamos en que nos vean.
Tan preocupados estamos que olvidamos vernos, que olvidamos conocernos.
Y olvidamos que atraemos lo que no queremos por la falsa imagen que proyectamos.
Tan preocupados estamos en que nos vean.
Tan preocupados estamos que olvidamos vernos, que olvidamos conocernos.
Y olvidamos que atraemos lo que no queremos por la falsa imagen que proyectamos.
Como una granada repleta de rubíes
Abrió su corazón como una granada repleta de rubíes.
Y lo colocó en sus manos.
Rindió su sangre roja al compás de sus latidos.
Y en la entrega proyectó que ya solo eran uno.
Erro en la generosa ofrenda, pues el en las manos de ella nada puso.
Y solo reprochó tras el acto de bondad tan abnegada.
Pidió más, pidió mover el pasado, renglones inamovibles escritos cuando el no estaba.
Paginas estancas donde el no era personaje.
Y recriminó su nula presencia y las vivencias sin el vividas.
Airado por la imposible exigencia la aparto brutalmente.
Y le corazón abierto en canal quedo suspendido segundos en el aire.
Y latió fiero en el vértigo de la caída.
No había ya manos que lo asieran.
Solo la soledad del viento que silbaba en el desfiladero de sollozos.
Se hizo añicos en el suelo se esparcieron los cálidos rubíes en el frió pavimento de zahorra.
Fue un adiós de menosprecios.
Fue una torturadora partida.
Fue una falta de sincronía remediada por el amado con muy poca clase y elegancia.
Fue la gota que precipito la furia del pantano.
Fue la última gota roja la que desangro a la maltrecha granada.
Demasiado libres
¿Por qué el instinto de vivir, no prevalece sobre los alambicados procesos de la depresión?
¿Por qué no prevalece sobre los desasosiegos que provocan las adversidades y los tropiezos?
Hoy es un día de lluvias y quizás mañana también, pero terminará saliendo el sol, y veremos la infinidad de caminos radiales que hay entorno nuestro.
El hombre se debe sobreponer al destino, Dios le hizo fuerte y quizás demasiado libre, pues le dio la libertad de dejar de vivir.
Yo no vivo sólo por mi, vivo por los demás, por los que me quieren y dependen de mi.
La carga inútil
El peso de tus frutos troncho tus ramas, sin madurar y rendir tus talentos.
Debiste cortar con la carga inútil.
Y no dejar morir tu pletórico árbol, por esa enajenante carga.
Se fue tu animo y tu vida terrena.
Empieza ahora tu eternidad.
Desde las claras aguas pide por los tuyos y por la locura que sin quererlo has desencadenado.
Debiste cortar con la carga inútil.
Y no dejar morir tu pletórico árbol, por esa enajenante carga.
Se fue tu animo y tu vida terrena.
Empieza ahora tu eternidad.
Desde las claras aguas pide por los tuyos y por la locura que sin quererlo has desencadenado.
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