jueves, 19 de diciembre de 2013

De la adversidad victoria

Amenazados por la fe, por el credo, por seguir la justicia.
Intentan atenazarnos rindiendo cuerpos, voluntades humanas.
Así no se doblega la fe, que se crece en la adversidad, en la persecución.
Blanco de las iras por ser blanco, puro, níveo.
Es el precio de seguir el camino recto, que el que da tumbos te apedree.
Meandros de miseria donde se esconde el delincuente.
El que defiende su delito a la sombra de una fe que diezma al honrado.
Nunca enterraré a mis mártires en catacumbas, los expondré al sol, al sol del modelo a seguir.
A la luz de mi Dios que de flaquezas saca fuerza y de la adversidad victoria.

El fuego de la palabra

Palabras débiles pronunciadas sin fuerza.
Es el comedimiento el aliado de la impunidad.
El comedido hace un flaco favor a la sinceridad.
Porqué somos tan cautos en el uso del lenguaje.
Miedo a las descriptivas palabras.
A las palabras de libertad.
Hablar nos hace libres.
Decir la verdad nos libera.
No entremos en el juego de la impune blandura.
Yo no soy tibio, soy muy candente.
La luz procede del fuego.
Ilumina el mundo con el fuego de la palabra.

Serpollos

No tiene sucedáneos el mundo zafio.
Depreca el gentil un mendrugo.
Mientras vosotras acarreáis con mentiras banastas.
Sois serpollos que tumbáis esbeltos cedros.
Sépticas y malvadas comadres.

Llueve en el exterior

Llueve en el exterior.
Y en el interior sobre mi no llueve ni un beso.
La rutina es la estación sin lluvias.
Cala hasta los hueso la sequía de amor.

La casa del can

No hay visibilidad en el torrente de lluvia.
Gris, más que gris es el día de hoy.
Con densidad de plomo.
He salido a pisar los charco.
Que se regocijan porque esta noche se reflejará en ellos la luna.
Quedan pocas hojas en la defenestrada higuera y he recogido algunas.
Empapado en hostil realidad vuelvo a mi hogar.
Al calor de la casa del can. 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Vedette caramelizada

En playas imposibles y con un imposible montaje.
Pose de vedette agitadora de gintonises, en un recóndito destino de octogenarios.
No llueve del cielo la clase, pero si te llueven a ti con esa pose los hombres.
Rubia, torrada y con pendientes ochenteros, ¿qué edad tienes o es un revival?
Flores imperiales de plastico, rosas Carmen Polo del chino, que requetefino.
Más siempre es más, pero con un umbral mínimo de calidad.
No merece más comentarios la zafiedad caramelizada, el bombón de higo.
Monísima y artificial en la foto que sobrevivió al naufragio.

Mis perros, mi amor



Mido mi vida por los perros que he tenido.
Mido mi amor por los perros que he querido.

Perpetuar, dar fe



Todas las estrategias son buenas para atenuar el dolor.
Pero tristemente todas son igual de inútiles.
Pero defiendo el arte del dolor y el legado del llanto.
Y la fe en perpetuar la presencia y dar fe de  la existencia del ser querido.
Y hacer que viva en el presente el amado ausente.

Más allá de su vida.





Como no llorar al más fiel.
El paciente y zalamero.
El compañero que ni un segundo pensó dejarnos.
Pensó cambiarnos por un mejor salario.
Su vida estuvo a nuestros pies.
Amor fiel incluso en el más allá.
Siempre velando nuestros sueños y lamiendo nuestras a veces desagradecidas manos.
Amor de amigo para el que nosotros eramos su único amigo.
Perros ángeles de la eternidad, que quisimos que estuvieran con nosotros más allá de su vida.

Ni un palmo


Hay en el mundo personas que exigen demasiada atmósfera.
Hasta tal punto, de interferir y menguar las atmósferas de libertad de los demás.
Si te encuentras o colisionas con alguien así, párale los pies.
Porque quien un poco consigue amedrentando, algo más siempre pide.
Al invasor, de cesión ni un palmo, ya que tras el primer palmo, van cinco más.

Emigración

Dios creo el mundo sin fronteras. 
Porque tenemos nosotros que definirlas. 
Diques para contener a los emigrantes.
Tapias altas de huerto prospero.
Muros para contener a las afueras la miseria.
Soy yo mejor que él.
Él no es peor que yo.
Marea humana que no enviste con la suficiente fuerza. 
Para derribar la parcelación del egoísmo.


El mechón dorado

Lazos rojos en las camisas blancas.
Sangre en sus pálidos cuellos.
Guirnaldas de flores blancas, que se marchitarán a la vez que ellos.
Sopor en las horas de vela.
En las horas que esperamos que despierten del extraño sueño.
Porque no desandan el río y nos dan esa sorpresa.
Anhelos y frío suelo.
Todo galante, todo mimado, todo cuidado.
Es todo tan poco en esta triste fiesta.
Empapan mis ojos los bellos pañuelos de encaje.
Mientras aprieto contra mi pecho el mechón dorado de tu bello pelo.

El verde iris

Se hace más densa la niebla.
Hasta el punto de silenciar el tañer de la espadaña.
Cala la humedad de la nueva ausencia.
Moradas manos que nada se llevan.
Sólo congelado en el verde iris el verde del prado de otoño.
Y acunando el último sueño el rumor del arroyo.

Daguerrotipos de amor




El loco amor intenta retener el continente cuando pierde la esencia.
Bellas fotografías de frascos de perfumes que perdieron su aroma hace mucho tiempo.
Bodegones con naturaleza muerta.
Flores congeladas y reliquias para dar los besos que no dimos.
Amor que por cualquier medio impide que se desvanezca el amado.
Daguerrotipos  de sollozos, de cirios eternos.
Instantes antes de que todo se haga polvo, polvo de estrellas.
Niebla de ligerísimas lagrimas que impiden ver que su memoria esta encerrada en el frágil envase, que es nuestro también fotografiable cuerpo.
Fotografiado quizás por los fieles con la última mueca. 

La última mueca de amor. 
Muñecas de porcelana para frenar el olvido.

Doblan a muertos

Es temprano, amanece y ya doblan a muertos.
Día gris de inicio negro.
El pueblo muere en el invierno de sus moradores.
En sus últimos días de plata.
Se apagan chimeneas en la calle que ya no se encenderán.
Días cortos de niebla con cada vez menos humo.