Me ciega el amor, el amor
desmedido y el perdonar constantemente sus errores.
Quizás sea que no quiero ver y sigo esperando que vuelva la
que yo conocí.
Son las malas pasadas de la
idealización, olvidar en segundos los crímenes que hace el ser amado. Ha vuelto
a hacerlo, esta mañana he tenido que enterrar yo el cadáver y hacer desaparecer
las pistas, soy cómplice de crímenes por amor, por un amor ciego que se niega a
ver su instinto, esa pulsión que no sabe domar, que yo no sé reprimir.
Yo traje a casa a la víctima, fue
mi insensatez, mis ganas de olvidar que es así, hicieron que volviera a caer,
yo puse el tropiezo a sus pies.
Lo he enterrado en el jardín, con
los otros cadáveres, mi caridad con los desvalidos les cuesta la vida. Sé que mañana
volveré a tropezar, Tirma es una cazadora nata y termina matando a todos mis futuros
desvalidos gatos.