domingo, 22 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD

No me quedaré en el desear.
Construiré puentes entre la realidad y el deseo.
Entre la idea y la forma.
Haré lo deseado.
No arrancaré un árbol para que luego se seque.
Saldré al campo con una regadera llena de besos y los prodigaré a los tilos, a los robles y a los enebros.
No adornaré con plastico la furiosa vida.
Adornaré con acciones, pasos en el istmo hacia la paradisíaca isla.
Prometo y cumpliré, aunque me cueste la vida, que socorreré al que el mundo injusto, le ha torcido la suya.
Es NAVIDAD en el corazón dormido, quizás por desidia o por sentir que su gota no saciaba la sed.
Es la vivificante lluvia, miles y miles de gotas UNIDAS.


Sedosas son las horas que paso contigo

Sedosas son las horas que paso contigo.
Entre gemidos me duermo.
En tus brazos me acuno.
Siento ya lejos el corazón de piedra.
Siento ya lejos las lagrimas falsas de la estatua de sal.
Ligo latidos y ato aleteos.
Ato susuros y ligo tus besos.

Pataleta de gorda

La pataleta de la gorda, es un tremendo terremoto.
Tiembla la tierra con la cólera de la gorda zafia.

Los delirios del tocino

Los delirios del tocino son insufribles.
Sobre todo cuando intenta hacernos creer que es magro.
Colores de transito.
Bullicio de fiestas.
Vísperas de año nuevo cargado de esperanzas.
Lo que procede del barro, de barro es.
Lo que es de oro, de oro es su proceder.
Puertas a la gloria.
Puertas abiertas que dan al precipicio.
Delirante rococo de asadura de manteca. 

Somero

No subestimes la fuerza del débil cuando esta acorralado.
Es la ferocidad de verse derrotado el mayor de los acicates.
El guerrero gana batallas.
El inteligente escribe la historia.
Y lo que no esta escrito hoy no existe.
Débiles océanos de conocimiento.
Someros charcos de fuerza.

Asumir el sino

Cuando el sin talento no acepta su sino. 
Que es aplaudir el talento de otros. 
Surge la criminal envidia.

Los juegos sencillos


Crecíamos en los juegos sencillos, con pocos juguetes.
En un mundo cercano de nidos de gorrión y carreras en la plaza.
Nos entreteníamos con castañas y nueces.
Enterrábamos tesoros en el pinar, cristales rotos de colores y las primeras palabras de amor.
Buscábamos las sombras para experimentar el miedo y nos acercábamos cautos al sombrío cementerio.
Infancia de pocos recursos y meriendas de pan, chocolate y una naranja.
Se aprendía escuchando, en la mesa camilla y entre rosarios.
Éramos niños de mucha imaginación, en un mundo de pueblo.

Soldados de calamina

Soldaditos de calamina, delicados  y frágiles en el campo de batalla, es por eso que os mandan a las cocinas.
Soldaditos con alma de violeta, que quiere y sueña ser cardo, embastecer en el frente y enfrentar su guerra.
Soldaditos delicados de coqueto ademan, de fino gesto, soldados de voz aflautada que no hace grave ni la forzada y viril bebida.
Soldaditos que no quieren vivir por miedo, su real y sentida vida.
Damiselas de las armas, las garitas y las cantinas,  que robáis a escondidas besos viriles de compañeros de fusil.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Pavos reales

Como identificar pavos reales.
Pagados de sí mismos.
Embaucadores de princesas.
Monedas falsas.
Trinos de magnetófono.
Humildes vestidos de ruido de príncipe.
Profesionales de la mentira.
De la caída melosa de parpados.
Pestañeos de falsía.
Zancadillas de interesado.
Telarañas de caricias.
Trampas de halagos.
¿Cómo identificarlos?
No cayendo en las redes de su amor. 

Nada ya tengo

Qué más quieres de mí. 
Dijo ella con furia. 
No tengo ya nada que darte. 
Me confundí creyéndote y hoy pago cara la confusión. 
Al principio a nadie quise creer en sus advertencias y desoí el sensato consejo de los que mi bien querían.
Qué más quieres de mí. 
Repitió de nuevo, sintiendo que todo entorno a ella estaba vacío. 
Nada de lo que perseguías ya tengo, tú lo has dilapidado, como yo contigo he dilapidado mi amor.
El bordado ajuar de mi boda, las bellas habitaciones de la casa, la almazara y el pinar.
Ya nada tengo que a ti te valga, ya nada valgo por lo que tengo. 
Para ti ya no soy nada. 
Y en la caída he destrozado mi honra y ya no tengo por hipocresía ni el consuelo de mi casta.
Qué más quieres de mí, si no quieres ni el fruto de mis entrañas. 
Y es lo único que yo quiero y de dejar este mundo me salva.

Los débiles

Los débiles pagan muy caros los tropiezos, sus mecanismos de defensa son menores y su permeabilidad al insulto y la despiadada critica es muy grande.  
Reconocerse débil es un paso, pero es complicado buscar amparo.  El amparo del fuerte, de un líder de grupo, y así diluidos, como en un banco de caballas no ser la presa, porque la presa estaba justo a nuestro lado. Amparados en los bocados al grupo, en las agresiones al grupo, que en grupo se pueden responder.
Un débil no debe estar solo, pero solo es como únicamente, el débil crece.
El riesgo de crecer es morir joven, como los guerreros que enfrentan cuerpo a cuerpo a su enemigo, como los mártires que desnudos o solo vestidos por su fe enfrentan fieras. 
Los débiles se hacen fuertes sorteando a la muerte y si Dios y las contiendas quieren morirán en la cama de algún achaque de la vejez.

En orden

Nada era casual, todo estaba muy estudiado y en orden. Sobre la camilla donde solía pensar, había un diario abierto en la página del tres de agosto, el diario era del ochenta y tres.
En tinta de bolígrafo azul se leí:
“No ha sido un día importante  hasta las siete, a esa hora he conocido a la que me he propuesto que sea mi amor.”
Si hojeabas más el diario te dabas cuenta que a partir de ese día no había vuelto a escribir.
Si fueron años sin vocación o con una vocación distinta.
No había nada cerrado, todo estaba abierto, desde la sala se veían los pies de la cama y a sus pies su perro, el perro que ella le regalo.

No había vuelto a escribir pero diseño su partida como una de sus obras de teatro, esas que escribía antes de conocerla a ella.

Me ciega el amor

Me ciega el amor, el amor desmedido y el perdonar constantemente sus errores.
Quizás sea que no quiero ver y sigo esperando que vuelva la que yo conocí.
Son las malas pasadas de la idealización, olvidar en segundos los crímenes que hace el ser amado. Ha vuelto a hacerlo, esta mañana he tenido que enterrar yo el cadáver y hacer desaparecer las pistas, soy cómplice de crímenes por amor, por un amor ciego que se niega a ver su instinto, esa pulsión que no sabe domar, que yo no sé reprimir.
Yo traje a casa a la víctima, fue mi insensatez, mis ganas de olvidar que es así, hicieron que volviera a caer, yo puse el tropiezo a sus pies.
Lo he enterrado en el jardín, con los otros cadáveres, mi caridad con los desvalidos les cuesta la vida. Sé que mañana volveré a tropezar, Tirma es una cazadora nata y termina matando a todos mis futuros desvalidos gatos.

Hermanas amantísimas

Su vivir era peregrino y las visitas y sus meriendas su sustento.
No saben bien como terminaron así.
Desde pequeñas les fascinaron las manchas y jugaban a ver en ellas una nueva realidad. Era una comunicación fluida entre su discurso fácil y el moho, el caliche del suelo, los desconchones en la pared o el amarilleo de un mantel.
Empezaron en casa muy niñas leyendo como quien lee un libro las humedades del viejo papel pintado, las manchas entre arabescos, hojarascas y pájaros de aquel victoriano papel ingles.
Mama siempre lo achaco a su ensimismamiento y autosuficiencia, eran amigas de si mismas, compañeras, confidentes, hermanas amantísimas.
Lo que decían no era exactamente adivinación, solo era una narrativa premonitoria con sentido, eran orientaciones vagas y alambicadas de pura lógica y de conocer muy bien las necesidades interiores del hombre, se diría que eran expertas en captar desasosiegos.
Luisa e Isabel, sabían bien lo que era ser una mancha en la familia, aunque queridas y mimadas ser siamesas no fue fácil en un mundo de normalidad.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Malas de verdad

Epinicio que cantáis los espíritus sin luz.
Lectoras de manchas en la pared.
Cascarones poseídos por la furia de no irradiar luz.
Exhumadoras de cadáveres de santos para robar sus joyas.
Huidas de un frenopático, difundís la peor de las calumnias, la media verdad.
Barbotáis en las obscuras escaleras diciendo que ahora vais a ser malas de verdad.
Necias, en verdad es lo único que sois, malas de verdad.