lunes, 23 de diciembre de 2013

Palmera


El espectro de la palmera. 
Sombra de plata en la noche de luna.
Vigila frente a mi ventana. 
Como guardián de sombrío porte.
Espanta fantasmas y temores.
Y susurra letanías a los ventarrones.
Ay palmera del abandono. 
Testigo mudo de un señorío que cayó a plomo.

domingo, 22 de diciembre de 2013

Se fue bordando embozos

No se ha evaporado el roció y ya van las beatas a llevar flores a la Marialba.
A aquella que murió muy niña sin dar linaje a su casa.
Van por la callejuela posesionando.
A ver a la niña noble que murió, mientra su ajuar estaba bordando.
Todas van de negro y a Dios lanzando suspiros.
Se fue la virgen al cielo, para continuar allí cosiendo camelias a los embozos.
Ay qué pena niña, que en la fiebre mala te fuiste apagando como una brasa.
Rezan cuentas de azabache las viejas en la amplia sala, entre retratos rancios de Trastámaras.
Arden las grandes hachas de los convidados a la partida.
Y fuerza la rápida marcha a desmantelar palacio.
Que esperan con ansia loca, los cuervos más allegados.

Pastores tuertos impunes

Llenáis la platea de discriminados, de vuestros discriminados.
Vosotros los acomplejáis con vuestra jerarquía racista.
Los rendís y aborregáis, convirtiéndolos en masa de plastilina, que os obedece dúctil y dominada.
Sumiso rebaño de condado rendido a un loco caudillo. 
Salvapatrias expertos en descalabrar vajillas.
Trileros que con cartas marcadas a los vuestros engañáis.
Legalmente ni siquiera podéis usucapir.
Porque en el mismo dominio viven otros, que usan el terreno con la misma legitima soberanía que los borregos de vos.
Dictadores, ladrones de voluntades, pastor de los tuerto que creas por el interés en hacer prosperar vuestro golpe de estado. 

Mis reyes

Reyes con coronas de cartón. 
Esos son mis reyes. 
Tildados de arrabal.
De viento de pueblo. 
Montados en mansas mulas.
Vestidos de cortinas. 
Con barbas de peluche.
Y maquillados con los potingues.
De los cajones de la cómoda de ayer.

El reproche

Nunca me comporte bien con ella, tampoco era su talante el de exigir, ni se quejaba, ni pedía. Me sorprendió aquella cena, pero no puse ninguna objeción.
Pensé que sería alguna fecha, que como era habitual yo había olvidado y tampoco pregunte. A las sorpresas agradables no se le ponen pegas. Converse con ella como siempre, respondiendo a sus rutinarias preguntas que nada me comprometían y que solo servían para romper el silencio de no conversar. En todo el tiempo de formal matrimonio, en la mesa nunca estuvieron presentes ni la radio, ni la televisión, no sé si a día de hoy esto fue bueno para nuestro matrimonio, pero simplemente llego así y así siguió. Era rutinario todo en casa e incluso lo que se incorporaba para romper la rutina, terminaba siendo una rutina más.
Sara llegó así, como distracción, como motivo de preocupación, como una rutina más para romper el hielo del a veces insufrible silencio. Y término siendo el gozne de los días, marcando las salidas, las entradas, los paseos y el ritmo de sus comidas marco el de las nuestras. Sara tenía querencia por ella y yo como siempre no hice nada, lo deje como todo estar.
 Como ya habréis adivinado el destino no nos dio hijos, ni los impedimos, ni los buscamos, fue así, desgraciadamente pienso hoy.
Nada me pedía, nada le di y  abone con mi indiferencia el terreno de lo que más tarde ocurrió.
Volvamos a la cena, había cocinado algo muy sencillo que a ella le encantaba y que yo le hice creer que a mí también, además había abierto una botella de vino bastante caro, nada habitual en ella. La presentación también estaba muy cuidada; un mantel de su madre, la vajilla de nuestra boda, las copas de la diezmada cristalería de su abuela y los cubiertos de plata de mi madre que ella nunca había puesto en nuestra mesa.
Comimos en un silencio formalmente roto hasta que llego el café, que fue donde rompiendo el protocolo me reprocho una cosa pero con un tono muy neutro, tanto que casi no le di importancia en ese momento, pero hoy sé que ese reproche sería muy importante para ella y para mí.
Ese reproche era el punto de inflexión de todo. Era el punto que me hizo ver que yo no conocía nada a mi mujer. 

FELIZ NAVIDAD

No me quedaré en el desear.
Construiré puentes entre la realidad y el deseo.
Entre la idea y la forma.
Haré lo deseado.
No arrancaré un árbol para que luego se seque.
Saldré al campo con una regadera llena de besos y los prodigaré a los tilos, a los robles y a los enebros.
No adornaré con plastico la furiosa vida.
Adornaré con acciones, pasos en el istmo hacia la paradisíaca isla.
Prometo y cumpliré, aunque me cueste la vida, que socorreré al que el mundo injusto, le ha torcido la suya.
Es NAVIDAD en el corazón dormido, quizás por desidia o por sentir que su gota no saciaba la sed.
Es la vivificante lluvia, miles y miles de gotas UNIDAS.


Sedosas son las horas que paso contigo

Sedosas son las horas que paso contigo.
Entre gemidos me duermo.
En tus brazos me acuno.
Siento ya lejos el corazón de piedra.
Siento ya lejos las lagrimas falsas de la estatua de sal.
Ligo latidos y ato aleteos.
Ato susuros y ligo tus besos.

Pataleta de gorda

La pataleta de la gorda, es un tremendo terremoto.
Tiembla la tierra con la cólera de la gorda zafia.

Los delirios del tocino

Los delirios del tocino son insufribles.
Sobre todo cuando intenta hacernos creer que es magro.
Colores de transito.
Bullicio de fiestas.
Vísperas de año nuevo cargado de esperanzas.
Lo que procede del barro, de barro es.
Lo que es de oro, de oro es su proceder.
Puertas a la gloria.
Puertas abiertas que dan al precipicio.
Delirante rococo de asadura de manteca. 

Somero

No subestimes la fuerza del débil cuando esta acorralado.
Es la ferocidad de verse derrotado el mayor de los acicates.
El guerrero gana batallas.
El inteligente escribe la historia.
Y lo que no esta escrito hoy no existe.
Débiles océanos de conocimiento.
Someros charcos de fuerza.

Asumir el sino

Cuando el sin talento no acepta su sino. 
Que es aplaudir el talento de otros. 
Surge la criminal envidia.

Los juegos sencillos


Crecíamos en los juegos sencillos, con pocos juguetes.
En un mundo cercano de nidos de gorrión y carreras en la plaza.
Nos entreteníamos con castañas y nueces.
Enterrábamos tesoros en el pinar, cristales rotos de colores y las primeras palabras de amor.
Buscábamos las sombras para experimentar el miedo y nos acercábamos cautos al sombrío cementerio.
Infancia de pocos recursos y meriendas de pan, chocolate y una naranja.
Se aprendía escuchando, en la mesa camilla y entre rosarios.
Éramos niños de mucha imaginación, en un mundo de pueblo.

Soldados de calamina

Soldaditos de calamina, delicados  y frágiles en el campo de batalla, es por eso que os mandan a las cocinas.
Soldaditos con alma de violeta, que quiere y sueña ser cardo, embastecer en el frente y enfrentar su guerra.
Soldaditos delicados de coqueto ademan, de fino gesto, soldados de voz aflautada que no hace grave ni la forzada y viril bebida.
Soldaditos que no quieren vivir por miedo, su real y sentida vida.
Damiselas de las armas, las garitas y las cantinas,  que robáis a escondidas besos viriles de compañeros de fusil.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Pavos reales

Como identificar pavos reales.
Pagados de sí mismos.
Embaucadores de princesas.
Monedas falsas.
Trinos de magnetófono.
Humildes vestidos de ruido de príncipe.
Profesionales de la mentira.
De la caída melosa de parpados.
Pestañeos de falsía.
Zancadillas de interesado.
Telarañas de caricias.
Trampas de halagos.
¿Cómo identificarlos?
No cayendo en las redes de su amor. 

Nada ya tengo

Qué más quieres de mí. 
Dijo ella con furia. 
No tengo ya nada que darte. 
Me confundí creyéndote y hoy pago cara la confusión. 
Al principio a nadie quise creer en sus advertencias y desoí el sensato consejo de los que mi bien querían.
Qué más quieres de mí. 
Repitió de nuevo, sintiendo que todo entorno a ella estaba vacío. 
Nada de lo que perseguías ya tengo, tú lo has dilapidado, como yo contigo he dilapidado mi amor.
El bordado ajuar de mi boda, las bellas habitaciones de la casa, la almazara y el pinar.
Ya nada tengo que a ti te valga, ya nada valgo por lo que tengo. 
Para ti ya no soy nada. 
Y en la caída he destrozado mi honra y ya no tengo por hipocresía ni el consuelo de mi casta.
Qué más quieres de mí, si no quieres ni el fruto de mis entrañas. 
Y es lo único que yo quiero y de dejar este mundo me salva.