miércoles, 25 de diciembre de 2013

La forzada presencia en la mesa

No restaña la sensiblería los cismas de la mesa.
Es indisoluble el marro del conflicto.
Y gravita sobre la bandeja de las presas.
Sobre las lagrimas del licor.
Y cuece calenturas soterradas.
Forzada presencia. 
En un mundo que se desata.
Y crea tras la irreprimible disputa.
Nuevas mesas para los nuevos bandos.
En nuestras cabezas ya hemos repartido el legado.
Aunque todavía están los que presiden hoy la mesa.

martes, 24 de diciembre de 2013

LOCA NAVIDAD

Tildaré la noche de extravagancia para que chirrié el gozne del convencionalismo, será fantástico que me vuelvan a llamar maricón otra vez. FELICES Y LIGERAS NAVIDADES.

Incendiar el aire

La verdad es una corriente que camina con fuerza en una sola dirección.
Ni un incendio borra las pruebas.
Quien puede incendiar el aire que es donde flota la trasparente verdad.

Enrarecida habitación

La venganza nos deja vacíos.
Solo nos llena la piedad.
La venganza es humo.
Pólvora y ruido.
Es enrarecida habitación que cuanto antes hay que abandonar.

Lo que veo en tus ojos

Solo me importa lo que veo en tus ojos.
Esa inocencia que nada más se entrega una vez.
Y tras la pérdida ya no hay piedad.
Solo cadenas de rendición.
Estancias de espirales de humo de desasosiego.
Y lagrimas en bellas copas de cristal.
Mostrar necesidad es acabar mendigando.

Latiendo en los precipicios


Bulla de pesares.
Corazones en un vilo. 
Latiendo en los precipicios.
Entre las lluvias del cielo.
Buscamos donde nada se ha perdido.
Miramos donde no hay sol.

Las etiquetas

Las etiquetas son para los tarros de mermelada, le dijo airado Samuel.
Siempre tuvo la manía incorregible de catalogar, de juzgar a la ligera y con una interesada frivolidad, ya que a sus partidarios esos que aplaudían las etiquetas que ella misma se había puesto, los juzgaba con extrema benevolencia.
Tenia un gran predicamento, era popular y eso hacia que sus etiquetitas tuvieran mayor eco.
De eso se servia par hundir a voluntad. Pero no esperaba que un empollón sin gracia le rechistara sus calumnias y sus lapidarios motes. Así fue como Samuel, el empollón gafotas la descalificó en plena clase, recordándole que el poder del insulto, el adjetivo hiriente y fácil es el reino en el que se mueven los necios.

Sebastiana

Al entrar sentí un opresiva sensación de extrañamiento. 
Todo estaba casi como siempre pero no era ya igual. 
La atmósfera se había vuelto diferente, menos plomiza, parecía que el salón hubiera rejuvenecido, pero eran muy sutiles los cambios.
Había menos polvo quizás, estaba menos velado el brillo de los muebles, estaba menos oxidada la plata, había más luz en la araña.
Algo o todo había cambiado desde que mama estaba ingresada.
Ahora se ocupaba de papa la señora que habían traído del pueblo, era diligente y discreta pero tenia una extraña complicidad con papa.
La casa era extraña con mama desaparecida y con la certeza de que de su retiro forzado ya nunca volvería. 
Mama había muerto ya en la casa, solo estábamos esperando que muriera también en el sanatorio.
Era una intuición pero yo notaba que Sebastiana había usurpado parte del sitio de mama.

YO



revistaombligo.com

Hoy ha amanecido de noche

Paraliza la lluvia la vida.
Paraliza el tiempo.
Paraliza el amanecer que se hace eterno.
Frena la luz, que llega pobre.
Frena el color, que ni aparece.
Hoy ha amanecido de noche, ya es noche buena.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Se meteorizan los nombres

Morir es el olvido.
Morimos cada vez que alguien se olvida de nosotros.
Morimos olvidados en las salas de transito.
Nuestra memoria se olvida entre las marchitas flores.
Se meteorizan los nombres en los jardines de olvido.
Es el último fin, morir y olvidados desaparecer.

Lavo

Lavo mi cuerpo hoy.
Para recibir limpio a mi Dios mañana.

Iguales

Siempre busco y tuvo fe en encontrar un igual, idéntico a él en belleza y en miserias, alguien con el que compartir el duelo de su perversión y sadismo. Necesitaba un confesor, un cómplice, un camarada, una gota de agua igual que él, en la que verse y paladear aún más su narcisismo.
Y el destino esa mañana se lo presento, se sentó a su lado en el metro, a su izquierda y bastó mirarle al fondo de sus ojos para ver en el interior su mismo estanque diabólico.
Sus manos eran bellísimas, de dedos largos diestros en goces, era imposible no imaginarlas sobre su cuerpo propinándole caricias y entrelazándose con sus manos que eran muy similares. Por esa razón el primer lance estuvo en discretamente aproximar su mano para tocarlas. Así fue como sintió el chispazo de electricidad que hizo que los dos dieran un cierto respingo, y tras el respingo, la consiguiente disculpa y ya estaba iniciada la seductora conversación.

Las Navidades nefastas

No soy compasivo.
No soy misericordioso.
No soy lento a la cólera, ni rico en piedades.
Soy hijo tuyo y no me parezco a ti.
Deseo tropiezos, deseo desgracias.
Deseo sombras, deseo inviernos.
No se reprimir mi ira.
Solo en la venganza encuentro la calma.
Deseo para ella y los suyos las Navidades más nefastas.

El mantillo de las coles

Complaceré a la tierra dándole mi barro.
Seré el mantillo de las coles.
Volveré a saborear ya sin boca las sales minerales.
Y me diluiré en el agua que me depositará en la arena del litoral.
Solo ya sin mi amado, solo a su lado quiero ya estar. 
En la tierra o saturando de sales el mar.