Siento que la claridad me aleja del mundo.
Siento que el mundo me aleja por mi claridad.
Es la verdad ofensiva.
Y chirría estridente como puerta no abierta.
Es la verdad espejo que refleja todo, todo el todo que no queremos ver.
Siento como la verdad me aísla.
Y siento como en la isla de la verdad decide vivir muy poca gente.
Repudia al claro el que se regodea y guarece en las sombras.
Lastima que tengas tanta fe en las murmuraciones.
Lastima que tu fortuna la cifres tanto en el cacareo.
Lastima que por ti derrame yo lagrimas.
Derribaré la cerca de ceguera.
Y saldré a hacer frente a las murmuraciones que han hecho que me desengañe de ti.
Es el ignorante tendente a las palabras gruesas.
Al pensamiento único.
Al totalitarismo.
Y se ensimisma y regodea en su mundo creyendo que todo lo que existe fuera de él es una torpeza, un error.
Llega así el ignorante a la conclusión de que debe redimir al "torpe" a punta de machete y con la palabra burda y soez.
Líbranos Dios mío de la dictadura del iletrado y de sus formas de imponer sus únicos e inválidos criterios.
Seré sagaz con el escurridizo cenutrio.
Mulas con aires de corcel.
Ubérrimas hienas.
Volatineras malhechoras diestras en el circo del engaño.
Trasquiladoras de vuestras hermanas las ratas para montar el paripé.
Burlesca familia que remeda al señor, buscando el brillo de las lamparillas del santísimo.
Mafiosas mondongas que he prometido, a los canes y gatos que murieron por vuestra nefandad, con mis palabras crucificar.
Es un malestar añadido al sufrimiento la indiferencia hacia el mismo.
Son tantos y algunos tan importantes, los que se parapetan en la teatral realidad de nuestro primer mundo, para no ver que somos actores de la desgracia del segundo.
Actores que no espectadores, porque ver la función y su dramático final no lo hacemos.
Actores ausentes en el estrepitoso fracaso.
Actores solo presentes en el desigual reparto.
Actores en las fiestas y en la bonanza.
Actores que con su no abucheo premian la calamitosa función del teatro del mundo.
Son tantos los que no quieren leer dramas.
Los que cierran los ojos para solo ver sus sueños.
Hace sufrir la inacción a los que cercados por el fuego no reciben auxilio.
Síndrome de calma labrada en la desinformación.
Filtrar la realidad para solo ver el mundo rosa.
Solo existe lo que no turba mi placer.
Tiros de caza, tiros a blancos inocente.
Miseria humana que encuentra placer en la violencia.
En la crueldad de abatir ángeles que sin perturbar a nadie son felices.
Asesina el cazador la belleza del monte.
Y se hace el silencio tras sus batidas.
Por el placer de matar yo a ellos también los mataría.
Almas blancas que mueren en manos de almas muy negras.
Camino de cabras y barro.
Ese ha sido hoy mi camino.
Vereda arañada por las lluvias.
Escorrentía que lava limos.
Y deja al aire raíces de roble que abrazan piedras.
Pendientes de llanto de saturado acuífero.
Caminar, resbalar y caer es el pedregal y zarzal del abandonado camino.
Confinado en la casa de los míos.
La casa de mi sangre.
Donde han nacido y han muerto los míos.
Sombras bajo la higuera, sombras de los rabilargos.
Casa de puertas para huir.
Puertas secretas de color rojo.
Que encadenan alcobas.
Alacenas cerradas con los tesoros de mi infancia.
Confinado en las ocultas tinajas del estraperlo.
Casa de rejas y dragones de agua.
Si vivimos durante el día será porque necesitamos el sol para orientarnos.
Se pierde uno en la noche y su ausencia de calor.
Amores de urgencia y noche que nos ciegan en los desfiladeros del precipicio.
Fiesta de hambrientos sin modales en la mesa.
Momentos delicados son los destellos que provoca el engaño.
En el fondo de los ojos se ve el teatro.
Chispas incendiarias de deseos de posesión.
De cólera corroboradora.
Embriagadora furia de decepción.
Busco a los quintaesenciados.
Mis iguales en marginalidad.
Diez zancadas delante del pelotón.
Síndrome de genialidad.
Se evaporan los visionarios.
Hostil atmósfera de cuervos.
Nada atinado para encajar es brillar.
Solo e informado de los suicidios.
Cada vez me siento más solo.
Es tu mano y su vigor la que me infunde fuerza.
Siento el corazón en tu diestra.
Y se funden nuestras palmas en el sudor de batalla.
Hermanos de fiebre, hermanos febriles.
Dedos visionarios que dibujan bocas y ojos de pasión.
Se entrelaza el ardor en la convulsión del fuego.
Mano a mano.
Palma con palma.
Fiebre con fiebre.
Os vaticino desde el arco solio donde están sepultados vuestros delitos.
Victimas de la envidia del inferior.
Que seguiréis el sino de la torpe zorra.
Terminar apaleada en una cuneta.
No es nada frívolo vivir.
Perdidos entre la eternidad y el instante.
Construyendo y holgazaneando.
Son bellos mis días, ¿Pero será bello también mi mañana?
Hacer caminos y abandonarse al camino debe ser un entente cordiale.
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