domingo, 28 de septiembre de 2014

Creo firmemente que los seres bellos, son bellos hasta después de muertos

Envejecer no es morir.
Aunque tras la vejez llega la muerte.
Magnificamos la etapa torpe y pueril de la inconsciencia.
Y como acto reflejo, y supeditado al aplauso del fugaz paso por la regalada belleza.
Denostamos el fecundo periodo del aplomo y sensatez que da el vapuleador vivir.
No creo en lo recién creado, en el brillo que no ha sobrevivido aun a la guerra.
Ser joven es solo un periodo de transito, en el que descubrimos los talentos que tenemos y que debemos que hacer rendir.
Somos más tiempo porcelanas heridas, cristales virados por el poso de los vinos amargos.
Somos más tiempo mármoles que la intemperie muerde y doma.
Bronces que patinan los orines celestes, y los orines del envidioso que en la alevosía y de noche a nuestros pies nos orina.
Somos joyas usadas en mil bailes, pero que seguimos teniendo brillo para que nos vuelvan a usar.
Creo en la belleza de los surcos del meteorizador tiempo.
Creo firmemente que los seres bellos, son bellos hasta después de muertos.


Forrado de plomo

Está el corazón que late en mi pecho forrado de plomo.
Guarnezco mi latir de las esquirlas del maledicente.
Parapetado tras la cautela como reconoceré y me abriré al igual.
Caminar con temor salva la vida.
Pero convierte la vida en una cárcel.
Porque es una cárcel la precaución.
Vivir días en el miedo es contar y no vivir.
Vivir los días contados.
Es sin protección los impactos en el desnudo pecho recibir.

Azuzando a la zafiedad

Se reflejará la luz de Dios en la pupila del infante.
Solo el que aun no ha rodado por la pendiente del lodo esta sin magullar.
La vida mancha, y de que cruel manera.
Mancha y perennemente tu hermano te recuerda la mancha.
La envidia recuerda el tropiezo.
Y azuzando a la zafiedad, permanentemente contra ti lo lanza.
Vivir es ver traiciones.
Traiciones de envidia de próximo. 

El que domine el hambre ganará la guerra

El que domine el bando del hambre ganará la guerra.
El que tenga de su parte al grupo ingente.
A la marea apuñalada por la penuria.
A la marea pastoreada por la promesa.
Ese y solo ese ganará la guerra. 
Y luego olvidará que prometió migajas.
Y se asentará en el trono como el rey de ayer.
Con la misma corte y fanfarria.
Con los mismos vicios y maneras.
Cordeles que apresan conciencias y hacen del sediento vulgo una marioneta.
Ganará la guerra el que más prometa, el que más azuce entre bandos la inquina.
Es la democracia el mejor sistema, solo porque de todos ellos no es el peor.
Sumido en el reino de las medias verdades, el pueblo ira por el cauce que el arengador dictamine.
Pero de este grandilocuente circo de prestidigitadores y voceros pocos disfrutan.
Porque son pocos los que fuera de la riada están, protegidos por el ermitaño amparo de la soledad de la cumbre. 
Y a esos, a los visionarias solo se les hace caso a toro pasado, a guerra vivida, a descalabro sufrido.
No ser corriente, es nadar contra corriente, contra el reproche constante, y no llegar al valle si no remontar a la fuente de cumbre donde todo nace y otear el estropicio de los baladrones y sus melosas frases, y el embaucador cortejo de sus palabras de próximo, con las que se acerca al rebaño a esquilar la lana, y a chalanear con las fieras, eligiendo a coro, a las victimas propicias de la fratricida contienda.
Ese es el circo del mundo y los contubernios de los falsos pastores.
Todo esta coreografiado en los movimientos y estratagemas del pescador de votos.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Amputar

El orgullo es bueno, pero si es excesivo colapsa.
Nada de solemne tiene el delito.
Nada de elevado el delincuente.
Uno decide cuando intervenir.
Siendo consciente de que el retraso obliga a cada vez más alto amputar.
Hay territorios que a pesar de las reticencias tienen y deben ser atravesados.
Duele perder un miembro, pero duele mucho más perderlos a todos.
No es el territorio, es la gangrena que habita en él.

El olor de ayer

Cuando uno nace en una cuadra, por mucho que se refine siempre huele a cagajones.
La capa nueva no todo lo tapa.
No borra el dinero el sombrio pasado.
No borran los nuevos modales las arteras mañas.

Deseos censurados

Disfrazados somos libres.
Nos desinhibimos y damos día de asueto a los códigos aprendidos. 
Travestidos de una nueva esencia, somos más auténticos.
Quizás la careta social nos entumezca tanto.
Que solo somos nosotros, cuando desnudos de prejuicios.
Nos liberamos de la tumefacción del restrictivo corsét educacional.
Enfundados en la fantasía, aliviamos el pantano de los deseos censurados.

Las pequeñas horas

Si para mi hasta la más insignificante de las causas es una gran batalla.
Si cuido lo pequeño como si fuera enorme.
Si me desvivo por las causas que todos dan por perdidas.
Como piensas que tras encontrarte voy a consentir en perderte.
No pienso en días, pienso en pequeñas e interesantes horas.

Medio niño no vive

Nada digno viene del traidor.
Fuera de la ley se tejen las redes de la usura.
Con las campanas de gloria, se tapan los gritos del pueblo que vive en la miseria.
El que a sabiendas delinque es dos veces delincuente.
Os veo y no puedo creer que en el verbasco tengáis jaleadores.
Divide y vencerás y vosotros solos habéis empezado dividiendo.
En un entorno seccionado no cabe la paz.
Amenazar con dividir solo permite ver la madre que realmente quiere.
Medio niño no vive, solo vive si la buena madre cede.

De allende los mares

Deseamos con desafuero lo distante.
Deseamos con desafuero lo que nos distingue.
De allende los mares.
Exóticos brillos de guacamayos a la selva robados.

Nada nace hundido

Las ideas sencillas.
Lo sencillo que es idear. 
¿Quien no tiene un haz de luz?
Que ilumine su hogar.

Nade nace hundido.
Uno se empeña en hundirse.
Nadie nace sin luz.
Uno se empeña en apagarse.
Primero el arar, luego el sembrar y ya se recolectará.

El oficio de mendicante

Exaspera la mirada penetrante del pedigüeño.
Del que con nada se sacia.
Aunque bullera en polvo de oro no se aplacaría su ansia.
Muy bien aprendido tiene el oficio de mendicante.
Muy bien aprendidas las cuitas de ojos de cordero y zorra tramposa.
Es una ralea que se extiende en la complacencia.
Y en la molicie espera mana.
Nada enmienda dar, si no se acompaña con enseñar a con los propios medios conseguir.


viernes, 26 de septiembre de 2014

Surcos de pesar

Lloro sintiendo como mi aliento.
En la frialdad de mi alcoba.
Empaña la triste imagen de mi espejo.
Corta distancia que recorren mis ojos.
Analizando los surcos de mis ríos de pesar.
Hoy igual que ayer es otoño en mi corazón.

Vendado, que no vendido

Soy un ser vendado, pero no vendido.
Soy un ser que se pone en pie, tras haber caído.
Soy un ser zancadilleado, pero que nunca ha zancadilleado.
Si mi ideal no renta, sin renta camino con mi ideal.
Es mi meta mi camino, pero no vale para mi fin el corto atajo.


Uno ve un fruto y sabe como es el frutal

Si el camino de la gloria fuera la maldad.
Sería malo a rabiar.
Pero no es ese el camino.
Por eso estoico aguanto los empellones del zafio.
Por eso aguanto la zancadilla.
Por eso soporto con desdén incluso el plagio.
Lo que el mediocre se lleva entre las manos de mi corazón ha salido.
Y el cielo sabe que del mezquino solo salen mezquindades.
Por eso duermo tranquilo porque lo que de mi corazón brotó ayer, brotará mañana y siempre.
Uno ve un fruto y sabe como es el frutal.