es química,
pero el amor aunque no lo parece,
se puede forzar.
En los pequeños apriscos,
el amor encuentra,
de modo forzado,
pareja.
Sólo es necesario retirar,
las manzanas de la discordia,
de la vista del infante.
Y sin distracción,
el cándido elige en el purgado estante.
Esa es la clave para forzar la elección de iguales,
juntar a la prole con la cribada sociedad,
con la flor y nata,
tras apartar la fruta sin dote,
sin talento y clase.
Pero como toda máxima,
está, también, tiene sus fisuras
y tiene sus excepciones
y siempre habrá un porcentaje de díscolos amantes,
que no acaten la norma,
ni la regla,
y busque la miel en lo prohibido y distantes,
ovejas para las que no es lo suficientemente alto el aprisco,
ni cerrado el valle.