sábado, 29 de noviembre de 2014

Las alas de piedra

Abandonado el cuerpo se hace de escarcha.
En los brazos fríos del virtuoso pedernal.
Corazón silíceo que ya no late.
En el valle de caninas y dispersas falanges.
En el valle sin caricias y distanciadas visitas.
Pétreos sueños eternos, para impedir el olvido que triunfará.
Entre cipreses y broncíneas compañías, grazna el del luto perenne.
Y maúlla el gato que las zorras enlutadas envenenarán.
Aquí solo hay alas de piedra que no sirven para volar.

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