lunes, 3 de marzo de 2014

Se cimbrea como palmera

Es mi bandera de nubes.
Tiernas como el algodón.
Dulces como el azúcar.
Húmedas como los charcos del corazón.
Saben a fresca sal las caricias de mis compatriotas.
Reino de enormes costas.
Islas negras para no llorar.
Se cimbrea como palmera en la brisa de la pleamar.

Chirriar

Es ridículo reprimir el talento para no chirriar.
Aun reprimiendo desajustas y estas doblemente insatisfecho.
Por no acomodarte, por no encontrar acomodo y por haber hecho el esfuerzo por no incomodar.
Siempre reprimiendo para no molestar.
Pero que poco reprimen los que no tienen talentos que reprimir.
Solo desafueros de envidia y exteriorización de una molestia contante hacia tu ser y pensar.
Chirría con alegría desde primera hora, pues el que este de odiarte, te va a odiar de igual modo y lo que tengas que atraer lo vas a atraer de igual manera.

¿Cual es la edad de los muertos?

¿Cual es la edad de los muertos?
Cumplirán años en las alturas, en los limbos a los que se han marchado.
¿Envejecerán como nosotros?
Como nuestra vejez de puertas a fuera.
Sus cuerpos se han diluido con mayor o menor fortuna.
¿Ahora como serán?
Yo no me veo en los espejos.
Ellos sin espejos ¿Como se ven?
Nos reconocen ellos en nuestros cambios.
En nuestras traiciones a su memoria.
En la cantidad de promesas que hemos incumplido.
Quizás reconozcan nuestra carcasa.
Pero ¿Nuestro interior lo reconocerán?

No hay puertas en las ruinas

Todo lo conocido se transformará.
Será abatido en la cacería voraz.
Se aireara la decepción pues no hay puertas en las ruinas.
No hay escoyos para el olvido.
Ni la epigrafía resistirá la metamorfosis.
Se marchitará en el estiércol la indecencia.
Se marchitará en el jarrón la decencia.
Diestras siniestras.
Siniestras diestras.
Dorados confines que corroe la lluvia de orín.
Ciegas inquietudes que nada sacian.

El sol que despierta pájaros

El sol que despierta pájaros.
Que seca sabanas bordas en los encierros.
Que evapora perlas de las rosas.
El sol que me hace sonreír después de tanto obscuro invierno.
Sol de trinos y gatos que se desperezan en las tapias de mi clausura.
En la muralla que me salvaguarda de los fríos zamarros.
Tropa de vicio, nubes de sombra.

Amarillean los amigos

Amarillean los amigos en la distancia.
Como hojas de roble que van cayendo.
Sé que en primavera otros nuevos nacerán.
Me sentimentaliza el tiempo, el musgo en el granito.
Las horas de segundos de lluvia.
Los días que se acuestan en charcos.

domingo, 2 de marzo de 2014

Embadurnadas de fango

Doblegado en el infortunio.
Anhelo lograr el reposo.
En el velar me consterno levemente.
Vigilia de incubadoras de amenazas.
Embadurnadas de fango espantáis mi reparador sueño.

Carnes maduras de escorzo

Anudando ideas en el caudal de tus palabras.
Intentando nadar en tu verbo rápido.
Me pierdo en el olor terroso de tus cremas de antes de dormir.
Enamorado de tus días.
Odiando la calamidad de tus noches.
He perdido el cuerpo limpio, fácil de amar.
Convertido en carnes maduras de escorzos.
He ganado un reproche torrencial que no entiendo.
Anudando la hipocondría de tus palabras.
Edad de ramificaciones que no se ascender.

Corros de malheridos

Camaradas de las enfermedades incurables.
Poseedores del perenne dolor en el pecho.
Del nudo prieto que se siente al mirar la indefensión.
Es el abotargamiento ante el desfile de muerte.
La vida se va en un día.
Y se lleva el fracaso y el éxito.
Plastificado mundo que no quiere ver.
Les resbala la agonía extranjera.
Como sofrenar los feos días.
Corros de malheridos que gimen tras el bello telón. 
Frontera de nuestro bienestar.
Ciegos en la bonanza.
Ebrios en la indolencia.
Crueles en la inacción.

Extenuado

Prolongo mi respiración.
Prolongo mi digestión.
Prolongo mis movimientos.
Los prolongo hasta la extenuación.
Pero el obtuso mundo no cede.
Nada cambia.
Crecen con más fuerza los cardos.
Vivir amontonando granos de arena.
De minúscula arena.
Tormenta eterna que no se conmueve.
Prolongo mis fuerzas buscando el calor.
Respiro para cambiar la vida de otros.
Porque la mía es inmóvil, es una suerte echada.
Empeñado en vivir.
Empeñado en no morir.
Sin que algo en el mundo haya cambiado.

Sin arborescencias

Contactos sin arborescencia.
Varas directas.
Es la masculinidad tan tangencial.
Parca y explicita.
Jugo sin juego.
Partida de desenlace rápido, urgente.
Abrazo estrangulador que no se desprende del rol de medir sus fuerzas.
Nunca nadie planto en ellos ternura.
Nunca nadie si la mostraron se la aplaudió.
Nunca nadie les dijo que se es igual de hombre, si uno se derrite de amor.

Viven contando entierros

Contando entierros vive el que nada construye.
Preocupado en los desenlaces ajenos.
Es para ellos pregonar muertes, proclamar conquistas.
Sin moverse de su sitio transcurren los días.
Lloran al ver pasar entierros, lloran de alegría pues es un chisme a contar.
Pregoneros de juicios de llano, sin ni siquiera una peana desde la que mínimamente otear.

Como vas a tener lo que yo tengo sino lo has trabajado

Siempre culpamos a alguien.
No abarcamos el mundo sin culpar.
Siempre por celos culpamos al que por su esfuerzo vive holgado.
Siempre buscamos la peste en la casa del otro.
Nunca vemos los carretones de fusca de nuestra casa.
Gordas mentiras de almas sucias que duermen tranquilas en sus cochineras.
Vicio insano el de culpar, vicio insano de inferior que reclama en el parasitismo su cuota de sustento.

sábado, 1 de marzo de 2014

Escribo para lavarme la roña que me pegan los zafios

Escribir es una forme de lavarse y desprenderse de la roña que se te pega, al estar rodeado de un zafio entorno. 
Son las palabras fuente de nueva vida y aliviadero del pantano del dolor y de la muerte.
Renazco con la inmersión en las ideas, en las sanadoras frases, letanías de rezo, de loa y plegaria.
Encajaré lo que tú, mi Dios me mandes y te diré, como coloco las piedras de los que me apedrean, con bellas palabras.
Es mi fortaleza un castillo construido con los proyectiles de mi lapidación.

Justicia de parte

Que daño hace la injusticia cuando viene de la mano elegida para ser justa.
No es el juez un ente ajeno a la comunidad, pues esa comunidad es la que le remunera su servicio.
Toda ella, no una parte, toda entera, no un sector.
Tropieza y falta al sistema la justicia sectaria, la justicia que desoye a una parte.
La injusticia que ve y mira a la cara del conocido, del simpático, del correligionario.
Que daño hace el juez que a priori enjuicia y sentencia, no estimando la prueba y desoyendo al reo que esta condenado en la ceguera de la plaza y sale condenado por una justicia amiga que solo mira a la cara del simpatizante.