He salido sin norte a sentir el frío del mundo.
El frío del sin amor, del sin casa, del sin perro que las manos al menos le lama.
He salido a sentir como empapa la lluvia, como empapa la niebla y el cerrado horizonte.
Sin abrigo he salido a sentir las lagrimas del mundo, su torrencialidad, su desorden.
La escorrentía de estar solo, que todo lo arrasa, todo lo descarna, todo lo anega, todo lo empantana.
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