Cuando maltratas un cuerpo maltratas un alma.
El cuerpo cicatriza antes.
El alma a veces no cicatriza nunca.
Por eso la condena al maltratador no solo debe ser dura, debe ser durísima.
Nadie debe dañar por despotismo, soberbia o mil complejos el alma de otro.
Y si lo hace debe resarcir el daño.
Los perros tambien tienen alma y la condena al maltratador debe ser idéntica.
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