En el laberinto de albero pierdo la cordura.
La razón en la niebla que no levanta.
En el corto mundo que define el circulo de mi ventana.
Exasperarte aprisco plagado de necios.
Manos que prometiendo caricias y venciendo mi puerta me abofetean.
Estaba la traición tan aproxima, que emboscada en la niebla no la vi.
Amanece hace horas pero el sol huidizo no aparece.
Un día más de agarrotadoras humedades.
Un día más sonriendo al traidor que altanero en la ignorancia me sonríe.
Duelo de afilados colmillos que esperan la noche para atacar.
Atacar sin piedad, sin la clemencia y magnanimidad del superior.
Atacar con la fiereza del rastrero.
Árido pedregal donde todo el terreno yermo, es un arsenal de proyectiles para atacar.
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