Es desasosiego el arador que abre y voltea mis carnes, esperando que en este gran dolor anide la calma.
Sino del que vive desnudo, exhibiendo cicatrices.
Mostrando sin reparo las marcas de haber rodado desde la más alta cima.
Manos que tras el empujón, fingieron que fue una racha de viento.
Manso que ni me asieron, ni me socorrieron.
Muestro valía, hombría y miseria.
Muestro con valentía el flanco herido.
Muestro que sigo en pie tras haber caído.
Las cimas y las simas son estados transitorios.
Son heridas abiertas que ya cerrarán.
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