Es sombría la decepción como luminoso el acierto.
Entraste en mi casa enfundada de envidia.
Con el vaho de tinieblas, clase viciada que tizna.
La calidad no es prisa y tu entraste corriendo.
Destrozando a tu paso caras vajillas.
Empañando la clase de la clara transparencia del cristal.
Saladora de carnes magras.
Estilista de la catástrofe y del burdel sin esquinas.
Hasta la casa consistorial viste travestida.
Y esa basura la adquieren en tu bodega.
Lujos de ramera borracha de almizcle.
Luz de faro de perdición.
Belleza escollo, frío precipicio.
Reina del circo y del artificio de la confabulación.
Esos son tus epítetos, marasmos de miseria.
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