Cubierto de cera, esquivaré las heladas.
No se quemarán mis briznas en el exilio de decepción.
Los tortuosos amores, callejuelas de laberinto.
Se embosca el rencor en el talud del barranco.
En las orillas donde el alacrán hace nidales.
Donde las espinas del cardo lastiman el descalzo desamor.
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