domingo, 29 de abril de 2018

Crisol Pascasio


Hace ya mucho tiempo que los días felices quedaron atrás, aquellos días de penurias, pero de afectos limpios y plenos, días en los que los disfrutes cercanos, hacían del hambre un mal menor.
Las Pascasias, eran una piña, no hacía falta prender la lumbre en el hogar de la cocina, ellas y su bullicio eran puro calor. Tiempos en los que la jauría salía por las mañanas a rapiñar leña, a recoger verdolagas de la callejas, caracoles de las tapias, y si era menester desenterrar un cochino muerto días atrás, todo lo que fuera preciso se hacía, para así poder comer. Tiempos de juegos y estómagos vacíos, tiempos en los que Crisol, vendía las suelas de los zapatos de los muertos, para comprar aceite con la que poder guisar, aceites usadas en las que freia primero cáscaras de limón, de limones robados, con los que borrar los frites asentados de otras casas.
Los dramas se escriben con letras mayúsculas, pero en los dramas en minúsculas escribe bellísimas historias el amor.

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