Celosía de enredaderas de tardía floración.
Cerco verde para salvaguardar mi casa, mis asuntos, mis afectos y mis cuitas.
A salvo de las incendiarias, tras el cíngulo de frescura.
Tras la salvífica glicinia, tras la protectora higuera.
Ornan y flanquean mi lecho, diez canes de oxidiana y oro.
Nada me desvela, si ellos mi sueño velan.
Veo sin ser visto, la mano de la zorra.
Veo sin ser visto, al ladrón de limones.
Es impenetrable mi selva a la vacuidad.
Saldré de ni reconfortante letargo, cuando menos lo esperéis, cuando descanséis ociosos en vuestras alcobas de vicio tras el vulgar galope.
Son los pequeños gestos los que cambian el mundo.Son las pequeñas acciones las que mueven montañas.Con un puñado de arena en cada una de nuestras manos, podríamos cambiar de sitio una montaña.No creas nunca que estas perdido, esa es su victoria, hacernos creer que nada podemos cambiar.Nada se hace en un día, una escalera son peldaños, sucesión de peldaños, de pasos hacia la coronación de la meta.Metas de justicia, metas por las que merece la pena hasta morir.Morir dando vida, una vida mejor.
Solo con la venganza veré aliviado mi tormento.
El diablo lleva las riendas del carro de mi fortuna.
Ya nada pinta la templanza en este dramático cuadro.
Mi seguridad, su debilidad.
Su seguridad, mi debilidad.
No vemos ya más allá.
Ruido de berrea.
Gritos de titiritera sarasa.
Enanas bufonas que no han superados los casting de la corte de Birmania.
Escaleras de rencor.
Escaleras en las que las flores fenecen ahogadas en ácido nítrico.
Como no temer el desorden de esta contienda.
Cifro mi alivio en cobrarme esta cuenta.
Acechan los ladrones de sudor.
Los que se encumbran pisando.
Los que jalonan su ascenso con un reguero de cadáveres.
Cúspides de muerte y usurpación.
Por el camino limpio, que poco se alcanza.
Envenenadores de ingenuos e ignorantes con ponzoñosas pócimas.
Campo de minas polvorín de soflamas.
Arengas que prometen pan, para robar pan.
Ni siquiera dais un paso al frente, allí colocáis la carne de cañón del hambriento, de el crédulo que confía en vuestra farsa salvífica.
Cuanta mentira encadenada, cuantas cadenas de mentiras.
Dignatarios sin dignidad.
Legatarios de la ilegalidad.
Escalera helicoidal de zancadillas.
Gorgojeos de rufianes y zorrones de alcobas de poder.
Toda muleta, machete o hacha vale para trepar.
Sin moral en la morgue del poder.............
Estado de catástrofe.Lidiar con sarnosas zorras es lo que tiene.Nunca se sale indemne.Nunca se sale ileso.Todo pesa.Todo tarda.
Y la demora mina, erosiona.
Me lastima la sala de espera.
El húmedo olor de la envidia.
El salitre de la decepción.
La deflagración de los problemas.
Y al estampida de los que te prometen que te aman en el recibir.
Y te abandona en el instante que les toca dar.
Dejar pasar.
Dejar pasar sin castigo.
Permitir que se refocilen en este escarnio.
Debo permitirlo, pero es duro dejarlo pasar.
Visiones de futuro.
Hambre asentada que tengo que guardar y asentar más.
Estilete que me desangra mientras escondo y presiono en mi palma.
Palma se martirio.
Estigmas en mis palmas.
Los ciclos del infortunio.
Cada cuatro años tropezamos.
Con los mismos necios, con los mismos cretinos.
Travestidas de corderos permitimos que nos gobiernen las zorras.
Amasijo de mentiras molidas, fermentadas y maceradas en asentados odios.
Interés por robar.
Interés por trepar.
Escalar en la escala social, sin tener escala de valores.
Amoral es el ansia.
Alhajas de guerra.
Botín de crimen.
Ya se ha roto el último sello.
Y la plaga de heredipetas diezma y ultraja tesoros.
Y la plaga de prevaricadores vicia aun más la ya viciada justicia.
Anuncia el cataclismo el fin de los días.
Las adulteras en procesión sacarán a la Virgen del Sagrario, sin haber limpiado aun las miasmas de sus hipervisitadas grutas.
Tufo de malhechoras que ni siquiera tapa el incienso que con dotes de mayorette esparce por el aire la sarasa.
Como no temer el caos de esta postrimera guerra.
Las señales de colapso preceden a la proximidad.
Hordas de sapos parteros invadirán el asfalto tras la hemorragia celestial del rojo granizo.
E indolente la electa con su varita de plástico presidirá el cortejo que pretende decapitar a los últimos ángeles.
Perrunillas y magdalenas se repartirán en las plaza, regadas con peleón vino para celebrar la victoria de zafio.
Ya sin puerto, ya sin nao, ya sin puentes me rendiré a la roja marea de segadores de belleza.
Valijas de rencor.Estancas a la luz.A salvo de las corrientes.Quietas, muy quietas.Sin que nadie pueda mecerlas.Esperando su floración.
Flores del mal.
En su despertar todo lo atarán.
Todo lo desatarán.
Tempestad contenida en un pequeño morral.
Sorbos de color, de color de calor, guarecido del sol.
Con los frescos, en la casa de la jauría de incompetentes.
En las antesalas de las salas.
Donde echan sal a mis heridas.
Sin cohesión en la cueva de ladrones.
A la colocación del propio.
A la propina cuantiosa del mandato.
Solo cuatro años para llenar bolsillos, para vaciar las gavetas de la viuda, de los parados, del que no ve salida al túnel del latrocinio.
Ciclos de robos, de creerse importante, de mentir a rabiar y de salir en fotos.
Prensa, prensa y más prensa.
Fotos, fotitos y más fotos.
Gestores de si mismos y de sus propias arcas.
Farfulla de vacía bolsillos.
Siento una pasión soberbia.
Aunque solo por cautela.
Me lamo a solas las heridas del día.
Por cautela solo, muy solo y sin pagar aranceles.
Aranceles de cárcel de amor.
Peajes por la tropelía de la traición.
Soy pasión, pasión a solas.
Sollozos y gozos a solas.
Más nada pierdo, más todo encuentro.
Sin limarones, sanguijuelas y mucilagos.
Solo, a solas, conmigo y con mis ángeles.
Y con el elenco de mis santos.
Esos a los que pocos o nadie reza, los de segunda fila en las iglesias, los de los coros y los bajo teja.
Los que cagan las palomas y muerde el polvo del olvido.
Ante ellos me desnudo, y en su desoficio confío.
Pasión soberbia por lo que hago, por como vivo, por el leitmotiv de mi aparentemente vida sin sentido.
Cochifrito, Frite y Caldereta velan por nosotros.
Y nosotros en vela, ante el poco celo de la troupe.
Vuelva Santiago apóstol para expulsar este circo de la casa consistorial.
Gastaré en botica el salario de mi sudor, para evitar el perenne, de cabeza, dolor.
El dolor del visionario.
El estrepitoso tropiezo.
El torturador grillete.
La lapidaria frase, demoledora, tildante, llagante y engangrenadora.
Losa de anuladoras proporciones, sin nombre, ni señal que permita localizar al sepultado vivo.
Mis carceleras son las mostrencas a las que desde la mamarracha ramplonería creéis.
La lógica aplastante de lo vulgar.
El gimiqueo del zafio.
Ruido de mondongas que se tiran de los pelos en el hueco de escaleras.
Y los próceres de la patria, los que viven hoy el futuro, bajo losas de desafección.
Me encadenan grilletes oxidados por los ácidos orines de mis carceleras.
Ni llorar puedo para no perder tiempo.
Mañana, con el nuevo sol mientras labro mi salida, me desahogaré.
Tormenta de sal que ulcera mis ojos.
Toros que sin descanso me cornean.
Y sin amparo de burladero me rindo y relajo porque se que tras tanta agresión me pondré en pie.
El mañana existe, y en el está mi botín.
El peso del desengaño arrastró la perfidia, arañando el damero de mármol y pizarra de la planta basilical donde está en tela de juicio tu honradez.
No estoy solo, solamente soy discreto en mis compañías.
Rémoras plomizas e infértiles donde vais si en ninguna parte seréis bien recibidas.
Ver para sentir el dolo de traición, exceso de cautelas, de mesuras, para conmigo, solo para conmigo.