martes, 10 de diciembre de 2013

Amado amor despreocupado

El precio de una mano.
El precio de un renglón.
El precio de un a caricia.
Mano sobre mano esta  mi amor.
Y se frota las manos dándose asimismo calor.
Despreocupación del que sin dar nada todo lo recibe.
Manos de amado que no realizan ninguna tarea de amante.

El temor encarcela

La preocupación aísla.
El temor encarcela.
Inalcanzable al manoseo.
Perdiéndome la caricia.
El insano vicio de hacerme de rogar.

Encurtidos

Sabores callejeros. 
Ásperos, urgentes e irrepetibles.
Encurtidos en anónimos vinagres.
Sin profundidad.
Placeres de un instante.
Sin tiempo para indagar.
Sin tiempo para no olvidar.
La calle te lo da.
La calle te lo quita.
Sombras de una vida con escasa luz.

Mi pluma

Se necesitan plumas para volar.
Pero yo volaré por obra y gracia de mi pluma.
Verbos de vuelo.
Conjugaciones de viaje.

Ungüentos

Observo revistas de tendencias.
Y veo las maquilladas ojeras de la belleza del hambre.
El hambre de la ociosidad de un mundo de demasías.
Son los trastornos del primer mundo. 
Veo un pelo raído, redensificado y empotingado para estar a la última.
A la última ocurrencia de un obtuso diseñador.
Que salto a la fama tras mamársela a algún prócer patrio.
A alguien ávido de carne fresca de hombre.
A alguien que critica en la palestra lo que el hace en la siniestra.
A alguien que no encuentra en su ya marchito tálamo y en su senecta y multimillonaria esposa la lujuria que le mueve atraicionar todos los valores que con estridente cacareo difunde.
Males del acomodo, de la molicie y el excedente.
Plusvalías del capital.
Vicios secretos de yet set.
Siempre posando del lado bueno.
Siempre enseñando la patita enharinada.
siempre sonriendo a pesar del dolor.
Siempre mostrando la agresiva y pulcrísima fila de interminables dientes de porcelana cegadora.
Hojeo y veo  adolescentes lolitas que intentan hacer creer que su frescura se debe  a los caros ungüentos.
Cebos para octogenarias  ajadas que no saben como reverdecer sin ir a Lourdes.
Laberintos de trastornada estética.
De muy laxa ética.
De aburrimientos inoculados.
y de creada necesidad de buscar nuevos y aberrantes placeres.
Carnes de quirófano y de tanatoplasia.
Fiestas alambicadas rozando lo delictivo.
Rozando la pedofilia.
Rozándose con todo lo que esta al alcance, sea o no sea prohibido.
Discreto encanto de putrefacta burguesía.
Amoral desafección a lo que te dio natura.
Cortinas rojas, rojos salones, decorados falsos y muchas luces que en el cegar nos impidan ver la tramoya, la trastienda, los sórdidos camerinos y las puertas de atrás que dan directamente al deposito de cadáveres.
Ese es el mundo que los simples mortales envidiamos, porque no sabemos como es.

Obscenidad

Son obscenas las primeras filas.
Y la obscenidad de quien las ocupa.
Méritos de compadres.
De panes prestados.
Lideres apoltronados.
Apoltronados que el marketing hace lideres.
Vidas noveladas.
Palabras guionizadas.
Retoques, costuras, imponentes plotter que nos venden el perfecto futuro que ellos nos pueden conseguir.
Leches con anilinas.
Truchas hormonadas.
Vacas alimentadas con carne de vaca.
Conservantes conservados por mil estabilizadores.
Emulgentes, colorantes, acidulantes....
Molinos de momias.
Polvos de caníbal.
Química para sobrevivir a la miseria del interés.
El insalubre mercadeo de las primeras filas y sus abyectos tratados.
Firmas de próceres.
Concordatos, ententes cordiales.
Truck y cartel.
Mercado de vértigo que reclama victimas.
Victimas jóvenes.
Niñas orientales.
Infantes indus.
Padres adolescentes y famélicos de Tailandia.

Afilados

Me acucian las tormentas.
Dientes afilados de sierra.
Puntadas salvajes que cosen la noche al alba.
Gruesas lana roja que hilvana como maroma de sangre.
Que quiere estrangular al nuevo día.
Desfallezco en los despertares de nausea.
En la dorada primera luz del horizonte. 

Al sol

Mis fieles gorriones han vuelto al alambre.
Y me deleitan con sus saltitos arrumacos y esponjamientos.
Ellos con el sol a sus espaldas.
Y yo cara al sol.

Flor de lis

La hiedra brilla con su tempranera diadema de roció.
Fulgurantes destellos de flor de lis.
Mañanas frías donde las hojas despiertan con la escarcha imperial del invierno. 

Un paso

Reduce la niebla mi mundo a un paso.
Nada existe salvo ella.
Reduce la ofuscación mi mundo.
No existe nada más que su pesar.
Y la húmeda y fría densidad de su atmósfera.

Aluvión

Se cerro el camino.
Cerraron el camino las zarzas.
En lo espeso ya solo habita el jabalí.
Entre escobas, brezos y madroños campa la zorra.
En la impracticable solana, en la mohosa umbría.
Suelo pizarroso de aluvión que en ciclo irredento vuelve a sedimentar.
Cerrazón y calma en el valle de recato de las monjas.
Clausura protectora de alimañas.

En un segundo

Se destruye un pueblo en un solo segundo.
Se derriba un templo en un abrir y cerrar de ojos.
Se desbarata el orden con la facilidad que tiene el colérico para montar en cólera.
Con la facilidad que termina el escupitajo en la cara del manso.
Todo queda arrasado como en un incendio.
Es una tacha que estropea la pulcritud de un escrito.

Embozo

Aun huele el embozo a ti.
Y pasa el olor a mi boca.
Aroma bordado en el lino blanco.
Pego mis labios a las flores de encaje.
Froto mi cuerpo contra lo que hoy siento mi sudario.
Ebrio de ti en las sabanas del abandonado jardín.
Muero en el sueño donde presiento tu partir.

Amantes absorbentes

Elegir no es renunciar.
Pero determinadas incompatibilidades te obligan a hacerlo.
Es el precio de caer en los brazos de un amante que te exige una desmedida fidelidad.

No descuides

Si enfrascado en la vorágine del amor no descuidas.
Cuando caigas al suelo alguien podrá recogerte.
El amor es una vajilla bella, delicada que termina siempre rota.
El amor es un banquete de final incierto.