Derrotas presentes de guerras pasadas.
En el nieto te cobraras la inquina al abuelo.
Llega tarde, pero llega injusta.
En la mente de la fiera cólera todo vale.
Enfermo de ira, ira de herencia.
Pisas con soberbia en acto de revancha.
Necio que atesoras odio.
Incapaz de hacer rendir talento.
miércoles, 5 de marzo de 2014
Cuaresma
Cenizas. sardinas y pecados veniales.
Con restos de polvos de arroz y carmín de puñeta.
Comienzo el llanto del entierro.
Corrillos de plañideras que cuentan corridas.
Aguardiente para el trago amargo del desierto.
Ciclo de hambre, de hambre de pobre.
Con restos de polvos de arroz y carmín de puñeta.
Comienzo el llanto del entierro.
Corrillos de plañideras que cuentan corridas.
Aguardiente para el trago amargo del desierto.
Ciclo de hambre, de hambre de pobre.
Entre cenizas
El sabor de la piel de un volcán.
Lavas que queman mis labios.
Calor que busco y persigo.
Riesgo en la súbita erupción.
Placer en la noche.
En la tormenta de cenizas.
En la que el deseo nada ve.
Lavas que queman mis labios.
Calor que busco y persigo.
Riesgo en la súbita erupción.
Placer en la noche.
En la tormenta de cenizas.
En la que el deseo nada ve.
Si yo supiera
Si supiera yo como retenerte.
Si yo conociera la clave del mantenerte.
Del entretenerte a mi lado.
Del fijar tu presencia a mi existencia.
Del tenerte en mis largas noches de invierno.
Si supiera yo donde está el jardín con el que sueñas.
Donde está la isla de tu dicha.
Y donde bebe brillo tu mirada.
Sé que no soy el lago azul donde tu nadas.
Ni el lecho verde donde tu piel reverdece.
No soy nada para ti y en ese bosque de verticales rivales yo me pierdo.
No soy nada en la arena donde tu cuerpo dorado reposa.
No soy nadie para pretender tu reino.
No soy quien para reprocharte mi duro invierno.
Si yo conociera la clave del mantenerte.
Del entretenerte a mi lado.
Del fijar tu presencia a mi existencia.
Del tenerte en mis largas noches de invierno.
Si supiera yo donde está el jardín con el que sueñas.
Donde está la isla de tu dicha.
Y donde bebe brillo tu mirada.
Sé que no soy el lago azul donde tu nadas.
Ni el lecho verde donde tu piel reverdece.
No soy nada para ti y en ese bosque de verticales rivales yo me pierdo.
No soy nada en la arena donde tu cuerpo dorado reposa.
No soy nadie para pretender tu reino.
No soy quien para reprocharte mi duro invierno.
Quienes somos
No creemos lo que vemos.
No concordamos con lo que somos.
Nos vemos y no nos reconocemos.
Somos el capricho de nuestra imaginación.
Somos un extraño que duerme a nuestro lado.
Somos el desconocido que nos remeda en el espejo cuando nos cepillamos los dientes.
De quien se enamoran los que nos ven.
Si nosotros a nosotros mismos no nos vemos.
Somos percepciones personales e intransferibles.
Somos lo que no somos.
No somos nada de lo que se ve.
No concordamos con lo que somos.
Nos vemos y no nos reconocemos.
Somos el capricho de nuestra imaginación.
Somos un extraño que duerme a nuestro lado.
Somos el desconocido que nos remeda en el espejo cuando nos cepillamos los dientes.
De quien se enamoran los que nos ven.
Si nosotros a nosotros mismos no nos vemos.
Somos percepciones personales e intransferibles.
Somos lo que no somos.
No somos nada de lo que se ve.
Locos que salen de noche
Pasajeros desconcertantes.
Compañeros de días de caídas.
Donde el azar y el alcohol eligen las paradas.
Que puertas tan extrañas abre el abandono.
Y que de gente hay tras ellas.
Locos que salen de noche.
Noches locas.
Compañeros de días de caídas.
Donde el azar y el alcohol eligen las paradas.
Que puertas tan extrañas abre el abandono.
Y que de gente hay tras ellas.
Locos que salen de noche.
Noches locas.
martes, 4 de marzo de 2014
Cuarenta de crisis
Buscando en el capricho.
Enredado en el zarzal.
El rosal he perdido.
Mujeres de negocios raros.
Y recursos placenteros.
Humo de espejismos.
Triunfo de sed tras tanta sal.
Ingreso en el camino de recodos.
Abocado a vivir del pedregal.
Incomodo monte retirados del llano.
Cuarenta de crisis que constata el espejo.
Y la urgente ambición de mi descascarillada alma.
Enredado en el zarzal.
El rosal he perdido.
Mujeres de negocios raros.
Y recursos placenteros.
Humo de espejismos.
Triunfo de sed tras tanta sal.
Ingreso en el camino de recodos.
Abocado a vivir del pedregal.
Incomodo monte retirados del llano.
Cuarenta de crisis que constata el espejo.
Y la urgente ambición de mi descascarillada alma.
Fiera hambrienta
Como me entregaré.
Como te susurraré al oído deseos de furia.
Como calmaré la tempestad de mis codicias.
Como calmaré a la fiera que ruge hambrienta.
Como desenredaré los hilos del amor y el deseo.
Cuando me dirás que sí.
Cuando te diré yo a ti que no.
Como te susurraré al oído deseos de furia.
Como calmaré la tempestad de mis codicias.
Como calmaré a la fiera que ruge hambrienta.
Como desenredaré los hilos del amor y el deseo.
Cuando me dirás que sí.
Cuando te diré yo a ti que no.
Aristas que cortan por primera vez
Nos vemos en la cumbre.
En la fatiga de los sueños.
En la permanente carrera.
Ceder un poco es terminar perdiendo mucho.
Cada sol sudaré el escarpado camino.
Sintiendo la distancia.
Sintiendo el famélico logro.
Frió seco y sano.
Calor insalubre y húmedo.
Piso piedras no domadas por la corriente.
Piso aristas que cortan por primera vez unas plantas que ascienden.
En la fatiga de los sueños.
En la permanente carrera.
Ceder un poco es terminar perdiendo mucho.
Cada sol sudaré el escarpado camino.
Sintiendo la distancia.
Sintiendo el famélico logro.
Frió seco y sano.
Calor insalubre y húmedo.
Piso piedras no domadas por la corriente.
Piso aristas que cortan por primera vez unas plantas que ascienden.
lunes, 3 de marzo de 2014
Se cimbrea como palmera
Es mi bandera de nubes.
Tiernas como el algodón.
Dulces como el azúcar.
Húmedas como los charcos del corazón.
Saben a fresca sal las caricias de mis compatriotas.
Reino de enormes costas.
Islas negras para no llorar.
Se cimbrea como palmera en la brisa de la pleamar.
Tiernas como el algodón.
Dulces como el azúcar.
Húmedas como los charcos del corazón.
Saben a fresca sal las caricias de mis compatriotas.
Reino de enormes costas.
Islas negras para no llorar.
Se cimbrea como palmera en la brisa de la pleamar.
Chirriar
Es ridículo reprimir el talento para no chirriar.
Aun reprimiendo desajustas y estas doblemente insatisfecho.
Por no acomodarte, por no encontrar acomodo y por haber hecho el esfuerzo por no incomodar.
Siempre reprimiendo para no molestar.
Pero que poco reprimen los que no tienen talentos que reprimir.
Solo desafueros de envidia y exteriorización de una molestia contante hacia tu ser y pensar.
Chirría con alegría desde primera hora, pues el que este de odiarte, te va a odiar de igual modo y lo que tengas que atraer lo vas a atraer de igual manera.
Aun reprimiendo desajustas y estas doblemente insatisfecho.
Por no acomodarte, por no encontrar acomodo y por haber hecho el esfuerzo por no incomodar.
Siempre reprimiendo para no molestar.
Pero que poco reprimen los que no tienen talentos que reprimir.
Solo desafueros de envidia y exteriorización de una molestia contante hacia tu ser y pensar.
Chirría con alegría desde primera hora, pues el que este de odiarte, te va a odiar de igual modo y lo que tengas que atraer lo vas a atraer de igual manera.
¿Cual es la edad de los muertos?
¿Cual es la edad de los muertos?
Cumplirán años en las alturas, en los limbos a los que se han marchado.
¿Envejecerán como nosotros?
Como nuestra vejez de puertas a fuera.
Sus cuerpos se han diluido con mayor o menor fortuna.
¿Ahora como serán?
Yo no me veo en los espejos.
Ellos sin espejos ¿Como se ven?
Nos reconocen ellos en nuestros cambios.
En nuestras traiciones a su memoria.
En la cantidad de promesas que hemos incumplido.
Quizás reconozcan nuestra carcasa.
Pero ¿Nuestro interior lo reconocerán?
Cumplirán años en las alturas, en los limbos a los que se han marchado.
¿Envejecerán como nosotros?
Como nuestra vejez de puertas a fuera.
Sus cuerpos se han diluido con mayor o menor fortuna.
¿Ahora como serán?
Yo no me veo en los espejos.
Ellos sin espejos ¿Como se ven?
Nos reconocen ellos en nuestros cambios.
En nuestras traiciones a su memoria.
En la cantidad de promesas que hemos incumplido.
Quizás reconozcan nuestra carcasa.
Pero ¿Nuestro interior lo reconocerán?
No hay puertas en las ruinas
Todo lo conocido se transformará.
Será abatido en la cacería voraz.
Se aireara la decepción pues no hay puertas en las ruinas.
No hay escoyos para el olvido.
Ni la epigrafía resistirá la metamorfosis.
Se marchitará en el estiércol la indecencia.
Se marchitará en el jarrón la decencia.
Diestras siniestras.
Siniestras diestras.
Dorados confines que corroe la lluvia de orín.
Ciegas inquietudes que nada sacian.
Será abatido en la cacería voraz.
Se aireara la decepción pues no hay puertas en las ruinas.
No hay escoyos para el olvido.
Ni la epigrafía resistirá la metamorfosis.
Se marchitará en el estiércol la indecencia.
Se marchitará en el jarrón la decencia.
Diestras siniestras.
Siniestras diestras.
Dorados confines que corroe la lluvia de orín.
Ciegas inquietudes que nada sacian.
El sol que despierta pájaros
El sol que despierta pájaros.
Que seca sabanas bordas en los encierros.
Que evapora perlas de las rosas.
El sol que me hace sonreír después de tanto obscuro invierno.
Sol de trinos y gatos que se desperezan en las tapias de mi clausura.
En la muralla que me salvaguarda de los fríos zamarros.
Tropa de vicio, nubes de sombra.
Que seca sabanas bordas en los encierros.
Que evapora perlas de las rosas.
El sol que me hace sonreír después de tanto obscuro invierno.
Sol de trinos y gatos que se desperezan en las tapias de mi clausura.
En la muralla que me salvaguarda de los fríos zamarros.
Tropa de vicio, nubes de sombra.
Amarillean los amigos
Como hojas de roble que van cayendo.
Sé que en primavera otros nuevos nacerán.
Me sentimentaliza el tiempo, el musgo en el granito.
Las horas de segundos de lluvia.
Los días que se acuestan en charcos.
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