Como no ahogarse en este diluvio. Malos presentimientos. Pasos de peligro. Veredas expuestas. Ser blanco es brindar la ocasión. Debe embarrarse el brillante. Camuflarse de zafiedad. Y proteger el fruto de los días venideros. Domada osadía que se acuartela en la opacidad.
Solo se muere una vez. Pero nacemos todas las mañanas. La guerra y en hambre cohabitan bajo el mismo techo. Las barreras traen la guerra. Las barreras traen el hambre. Olvidamos de donde venimos. Sin tener claro a donde vamos. Cuando en la vida nada atamos y todo es un volver a empezar. Cuanto más te alejes de tu origen, lo sentirás más próximo.
Vuelve a llover plomo. Se llena la lluvia de repiques de infante. Duelo sobre duelo. Sombra sobre sombra. Alas de cuervo que ennegrecen el helador día. Siega la vida trigo entre la cizaña. Siega cándidos valientes. Siega osados que sin temor se pierden. Llueve y llueve plomo. En el agónico día que ha sido segada la vida del infantes. Ciegas Parcas que no atináis a cortar hilos. Y enmarañáis madejas añosas. Mientras finiquitáis el hilo de bramante. El hilo nuevo. Unos con tantos días. Otros con tan pocos. Tragos amargos de agua de lluvia muy amarga.
Pescaderas hijas de cacatúas. Que con lenguaje vulgar y lleno de espinas. Dan lecciones de alta cultura. Frases en vueltas en cieno. En el fango negro del que se saben mezquina morralla.
Soy un árbol que se alimenta de llamas. Soy un árbol que con sus raíces hurga el infierno. Soy un ángel caído que vive en un árbol. Soy la cruz de mi bella cara. Soy mi desvelo. Soy mi peor enemigo. Soy mi propio traidor.
Todo tarde o temprano amaina. Hasta las olas más impetuosas, las que más destrozan. Mueren rendidas en la arena del pudridero de furias que es la costa. Vigor caduco que hoy invitas al pavoneo. Que portaré mañana como estandarte, cuando tu ya no estés. Todo es ansia en la bravura. Y así muere en la estocada. Pues no es nada la fuerza desmedida. Si no es regida por la calmada cordura. Corriente y contracorriente crean el propicio cauce. Hay que entrar en cintura lo desmedido. O fenecerá rendido tanto vigor contra el escollo de las ásperas e infértiles rocas.
Los dramas reales adolecen de pintoresquismo. Son demasiado prosaicos. Nadie los novela. Amarga ironía. Solo llueve sal sobre la vulgar tristeza. No tiene musicalidad el dolor de las puertas cerradas. Con un nudo en la garganta a nadie le apetece cantar.
No todo tiene profundidad. No todo es profundo. Hay tanto mundo somero. Película de aguas estancadas que solo son nido de bacterias. Mundo de someros charcos. No todo tiene virtud. No todo es virtuoso. Dada la nula profundidad, no se pueden buscar tesoros en los charcos. Mortales charcos de noviembre.
PODEMOS sigue siendo, aunque se endulce y modere, muy radical. Podemos es la cerilla que prendió fuego a Roma no para poder crear un nuevo orden, si no para edificar un nuevo palacio. El que llega al poder, fácilmente se apoltrona. Pero meter a un gato en casa es la única forma de expulsar a los saqueadores ratones. No creo en su discurso, solo lo estimo como devastador terremoto. Tras el seísmo ¿Se edificará algo bueno?
No elevemos a los altares la paja mojada que solo da humo. Neblina que se extiende para no dejarnos ver. Velos de tahúres. Pirotecnia de ladrones. Es la noche aliada de las malas mañas. Es la distracción aliada de la trampa.
Envejecer no es morir. Morir es dejar de creer. Dejar de soñar. Envejecer nos lleva a la muerte. Pero nosotros elegimos el camino por el que queremos llegar. Hay quien decide hacer el aire irrespirable de postrimero egoísmo. Sin nada en las manos llegamos. Con las manos vacías nos vamos. Algunos deciden caminar drenando charcos. Otros se acomodan y acaparan encharcando de carencias las vidas de otros. Nada es impuesto. Todo es elegido. Envejecer no es morir. Pero el egoísmo mata. Camina con las manos libres y sentirás y darás caricias. Nadie vive con las manos atadas. Y eso es lo que hace la riqueza, ata.
Cuando en el corazón crecen los pensamientos. Animados por el arrullo e los latidos, Nutridos por la roja sangre de purísimo rubí. Es el suelo fértil de la caricia. Es donde entre ventrículos corretean los sueños del niño. Del niño que los años encierran en la red violeta de nuestro aplacado torrente. Corazón de infante, que no infantil. Corazón panteón real. Corazón templo de de la paloma blanca de la paz. El corazón no planea guerras pero si fácilmente se rinde al intelecto. Testa coronada que olvida soñar.