Lo trasparente no se reivindica.
Sólo gime y se lamenta, reclamando claridad en el teatro de la opacidad, el tiznado de delito.
Las lobas que despellejan conejos.
Desinstruidos santos, que en la hornacina principal, atesoran en sus cuentas, las defraudadas limosnas de las no cumplidas promesas.
Fácil pescar con el prometer, para tras ser encumbrado nunca cumplir.
Aire son las palabras.
Pero son el mejor de los dardos.
Dardos de boca jugosa que mastica pensamientos rosas.
La nada no sólo flota, sino que también ahoga.
La nada es ausencia que sabe a sinsabores.
A amarga levedad que empalaga de vacío las horas.
Soy de frases densas.
Me encantan los concentrados.
Porque su perfume embriaga.
Y como chiche jugoso obliga a masticar durante horas.
"Cuando se tiene la genetica de la guinda del pastel, uno debe tener claro que lo terminará coronando todo. No es ser Rey, es haber nacido Rey."
Yoansel de Omatog
La metralla de los días de fiesta.
De lo expuesto que es desfilar.
De lo duro que es morderse la lengua para no contestar.
Salidas de tono.
Sin tono, ni altura.
Bodoqueras que ladran a las inalcanzables uvas.
En las cenizas está el futuro.
En quemar las naves la victoria.
No temas sacrificar un instante para lograr la eternidad.
Victorias que pasan a la historia como derrotas.
Polvo que impregna todos los rincones.
Almas empapadas de llanto que mañana al sol se secarán.
Se pagan tributos al dominador.
Pero se rinde el acervo al honor.
Hay ordenes que atraen el desorden.
Hay desordenes armados por el orden.
Sin código ético se deslegitima la orden.
Soy yo el que he puesto el arma en tu mano.
Y tu con el arma has obedecido mis ordenes.
La tempestad es nuestra hija .
Y la riada es nuestra hermana.
Sin fornicio, no hay descendencia.
El placer de hoy se pagará mañana.
Si nada nos pertenece y todo es del viento.
Porque se obstinan muchos en acaparar tesoros.
Tesoros que son lastres.
Tesoros que son hambre de otros.
Nada nos pertenecen pero son muchos los que lanzan las redes al viento.
Por lo que hacen les conoceréis.
Por lo que atesoran mucha información tendréis.
Siento que no tengo dedos para asir la felicidad.
Siento que no tengo dedos para desenredar tu cabello al viento.
Mis manos son muñones.
Muñones sin dedos, amputados por los pensamientos negativos.
Amputados por las limitaciones que impongo a mi pensamiento.
Ofrezco mis manos que están vacías.
Ofrezco mis manos que están limpias.
Ofrezco mi pensamiento, que piensa muy claro.
No confunde quien no busca confundir.
La verdad no necesita cerrar ninguna puerta.
No necesita esconder nada.
La verdad no teme que la rodeen y le den la vuelta.
Así soy yo clara y sin dobleces y sin temor a las vueltas.
Me turba saber, porque saber es morir.
He imaginado tantas veces como lo iba a hacer.
Como iba a ser.
Como iba a sentir.
En que rincón me iba a entretener.
He sentido tanto placer imaginando.
Inocencia de infante que nada ha cursado, que nada ha realizado.
Todo se va para no volver.
Todo es más bello sin saber.
Sabores imaginados, paladeados en sueños.
Gemidos y suspiros sin conseguir pero preñados de ganas y empeño.
Besos sin dueño, que del estrellado cielo se adueñan.
Ya todo lo sé y es todo sinsabor al amanecer.
He dejado de soñar tras probar realidades.
Tras tanto vivir días.
Tras tanto descansar en las noches.
Por el camino del intentar lograr, está el ideal.
Está la sonrisa cándida del ardiente desear.
Es la noche de placentera bruma.
Está el duermevela del ignorar.
Las palabras malvadas envueltas en miel son un faro turbulento.
Son estrategia para arriar la luz y llevar al rendido a los carceleros escollos.
En el atrio como malévola peonza se contonea la zafia.
Embutida en las estrechas tallas para marcar la ubicación exacta de la vulgar flor negra.
Muchos se pierden con la simple trampa de la que con oro no puede comprar ni cuna, ni estrella.
Amor espinoso.
Amor que al amante llena de espinas.
Amor que me hiere.
Amor dolor punzante.
Amor que me mece en el ansia.
Amor de cruel corona.
Amor que de dolor me llena.
Amor sin luna.
Amor de frío viento.
Amor que desgarra mi frente.
Con sus afiladas penas.
Hay hechos que dan que hablar.
Por eso hablamos de esos hechos.
No se niega lo evidente.
No se obvian las evidencias.
El oído fino traiciona.
Pero los complejos de inferioridad traicionan más.
No te critica el viento.
Porque al viento le importas un pimiento.
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