es sólo una inflexión
tras rozar uno de los tantos
y vulgares cielos.
El abismo, siempre está presto
para devorar proezas.
El humano, siempre está dispuesto
a repetirlas.
Días llenos de segundos,
de últimos de la fila,
y de intrascendencia.
Sólo el almíbar mortal
congela la matraca
del tictac constante.
Sólo lo inconveniente
suspende el computo
de los segundos constantes.