En todos los rincones busco el calor, busco el abrazo urgente, el gemido animal, los espasmo de la sacudida última, de la descarga que nos rinde hasta la siguiente guerra.
En la torre doblan las campanas, alguien ha muerto. La muerte lo impregna todo, y es un catalizador que revuelve mis vísceras, y me fuerza a salir a buscar el aliento en mi nuca, de un desconocido al que tras el deshago, no volveré a ver más.
En todos los rincones busco el calor, que me negué, al no haber sabido construir un hogar.
Doblan las campanas, y su estrepito hace brotar mis ansias, y en mi atormentada mente surgen las imagenes, de la multitud de manos, que sin nombre, manosearon mi cuerpo alguna vez.