Hay momentos, que no se rigen por la lógica, momentos donde las manos deciden caminar por los senderos del peligro, peligros que a veces, o quizás muchas veces, nos conducen al placer.
No es vivir, el comedimiento, el reprimir y no explorar los bosque cerrados, no adentrarse en las márgenes donde la espesura nos permiten ser sin ser analizados, por el escuadrón de harpías, que sin vida propia o con una vida triste y mediocre, se dedican a criticar.
Buscar el placer, no merece ninguna critica, buscarlo y asirlo con las manos, no es reprobable, nadie debería impedir esas incursiones en los bosque de la gloria efímera, porque los placeres son fugaces, como las lagrimas de San Lorenzo, como las perseidas.
Hay momentos en los que debemos impedir, que rija nuestro destino, la lógica.